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P i e r r o t · l e · f o u · y · A r t h u r · R i m b a u d

En su estreno Pierrot le fou fue prohibida a los menores de dieciocho años por «anarquismo intelectual y moral». ¿Qué es por tanto este anarquismo intelectual sino, en primer lugar, su rechazo del cine tradicional, conformista, de una «antigualla» cinematográfica como Rimbaud hablaba de «antigualla poética» en «Alquimia del verbo»? Godard inventor de una forma nueva en la que una de las componentes es ese «collage» de citaciones literarias descrito por Aragon. Así un personaje inesperado aparece, Rimbaud, omnipresente en la película, como ningún autor lo había estado en Godard. Está a la vez presente de una manera casi física por las alusiones a su vida, y presente por su poesía, citada o insinuada por el cineasta. Trataremos en primer lugar de la presencia de Rimbaud-hombre y seguidamente de su poesía, pese a lo arbitrario de esta separación vida/poesía en un autor en el que la vida está estrechamente ligada a su obra.

a) El hombre

Rimbaud tiene una presencia casi física en la película. No es nombrado jamás pero aparece por la inclusión de un retrato en blanco y negro en el que está rodeado de vocales, cada una del color que el poeta les ha atribuido en «Vocales», pero la «A negra» y la «E blanca» están ausentes o cortadas por el encuadre; quedan entonces las tres vocales restantes «O azul», «U verde», «I roja», tres vocales que dicen O.U.I. al poeta, afirmando por tanto que el cineasta se adhiere al universo, al proyecto rimbauldiano; a menos que no sea el poeta el que aprueba a los personajes. Rimbaud es entonces señalado como el salvador esperado: en efecto, el plano precedente a la inserción del retrato de Rimbaud muestra a Ferdinand delante de un cartel rojo con, en letras blancas, S.O.S., esto es, literalmente, «Save Our Soul» porque es ante todo una ayuda espiritual lo que busca Ferdinand. Rimbaud es el modelo de Ferdinand, el hombre en viaje hacia la libertad, hacia la dura libertad.

Pero Rimbaud aparece también de manera alusiva en el personaje del pretendido hermano de Marianne, Fred, al principio simplemente evocado, después presente; Fred, antes que ser el hermano-amante de Marianne, es traficante de armas en África, y es por tanto el espectro del poeta el que planea, el «Rimbaud» que podría devenir Ferdinand48.

Además, los personajes protagonistas se comportan alguna vez como Rimbaud; durante el robo de combustible en la estación de servicio asistimos a este diálogo entre el gasolinero y Marianne:

«Marianne: - No señor no tenemos dinero.

El gasolinero: - Claro, hace falta trabajar para ganar dinero. Vosotros no queréis trabajar.

Marianne: - No señor, no queremos trabajar.»

Recordemos entonces a Rimbaud:

«Me horrorizan todos los oficios»49

«Nunca trabajaré...»50

«Trabajar, ahora, nunca, nunca; estoy en huelga»51.

De este modo los héroes deciden vivir, como Rimbaud, una vida bohemia, liberados de un yugo social al que rechazan plegarse, resignarse; viven del amor, del agua fresca y de literatura, Ferdinand comprando sus libros en París en el «Mejor de los mundos» o haciéndoselos comprar por Marianne, una vez llegados al Sur. Pero, cuando ella no ha logrado encontrar todos los libros, provoca la cólera de Ferdinand como Rimbaud se lamentaba en una carta a Izambard52 de que las novedades literarias no le llegaran a Charleville. La literatura es necesaria a Ferdinand, para alimentarse (el poco dinero que le queda sirve para comprar libros y no comida); Pierrot-Ferdinand escribirá de hecho en su cuaderno: «Leer. Hacer del pensamiento un objeto»

Su vida bohemia puede también remitir a las fugas del joven Arthur, notablemente las numerosas alusiones al poeta en los cafés: por ejemplo «En el Cabaret-Vert, a las cinco de la tarde». Los dos fugitivos frecuentan también numerosos cafés y uno puede escuchar a Pierrot decir voz en off «He visto el café donde Van Gogh, una tarde terrible, decidió cortarse la oreja53. Lo he visto...» Y esta repetición dejada inacabada del pasado compuesto del verbo ver nos recuerda aquellas de Rimbaud, notablemente en Le bateau ivre:

«(...) Y, a veces, yo sí he visto lo que alguien creyó ver (...) He visto el sol poniente, tinto de horrores místicos (...) He visto fermentar marjales imponentes (...) He visto archipiélagos siderales (...)»54 [6].

Igualmente las «cinco de la tarde» son recurrentes en la película: El cuaderno de Ferdinand indica «Sábado 5 p.m.» Y, en el cine vacío repite cuatro veces: «¡Ay qué terribles cinco de la tarde! Que no quiero ver la sangre.», los versos de Federico García Lorca55 se repiten numerosas veces en el interior del poema.

Una misma necesidad de escribir les une; Ferdinand redacta su diario sobre un cuaderno de escolar como Rimbaud copiaba ciertos de sus poemas sobre un cuaderno (el «cuaderno de Douai»). Por este acto de escribir Pierrot se convierte en poeta, creador de una obra mezcla de cuaderno de viajes, poesía y reflexiones.

Pero, ante todo, Godard da a la pareja Pierrot-Marianne eso que Rimbaud reclamaba a Dios: una vida de aventura. «¡Oh! La vida de aventuras que existe en los libros de los niños, para recompensarme, ¡he sufrido tanto!, ¿me la darás tú?»56 [7] escribe, a pesar de sus fugas (quizás la encontró finalmente, esa vida, con los traficantes africanos.). De este modo en Pierrot le fou «película de aventuras, más que película sobre los aventureros»57, Ferdinand y Marianne viven aventuras dignas de los héroes de la revista L'épatant que Pierrot conserva tras su fuga: Les pieds nickelés. Marianne y él sabrán remarcarlo: «Total, era una película de aventuras».

Finalmente, dos grandes combates rimbauldianos están presentes en J.L.G., a saber el socialismo y el anticlericalismo; pero las ocurrencias son raras en Pierrot le fou. Señalemos no obstante la actitud de la pareja frente a la guerra del Vietnam durante la representación improvisada y las alusiones al napalm durante la tortura de Ferdinand pero, en este film al menos, es más una cuestión de crítica a Estados Unidos que una toma de posición comunera. Asistimos también a un punto anticlerical de parte del futuro realizador místico de Je vous salue Marie y de Hélas pour moi cuando en el muro tras la verja de entrada al muelle podemos leer un grafite: «VIVA EL PAPA» donde «EL PAPA» está tachado, reemplazado por «DIOS».

Pero si bien es cierto que las «aventuras» de los personajes son a menudo tomadas prestadas de aquellas de Rimbaud, esta alusiones podrían parecer ligeras si no estuvieran sostenidas por sólidos préstamos, citaciones y alusiones a la obra y a la estética del poeta.