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E l · t e j i d o · c i t a c i o n a l · d e · l o s · « h o m b r e s · d o b l e s »
e n · P i e r r o t · l e · f o u


Antoine Duhamel, cuando escribió la música de Pierrot le fou, compuso dos «temas» para el personaje interpretado por Belmondo: el de Pierrot y el de Ferdinand. Porque es un ser doble, un ser complejo a quien vemos actuar. Así, Marianne no se equivoca al describirlo en el breve poema que a escrito sobre él, y que de hecho es de Prévert:

«Tierno y cruel
Real y surreal
Aterrador y divertido
Nocturno y diurno
Sólito e insólito
Muy bello.»25

Belmondo es pues Pierrot y Ferdinand. Todo el personaje está contenido en este «y», él es este «y» que Godard intenta describir, como Velázquez, según Elie Faure, es el pintor del «entre»:

«No comprendía de este mundo más que los cambios misteriosos, que hacen penetrar los unos en los otros las formas y los tonos, por una progresión secreta y continua en la que ningún desacuerdo, ningún sobresalto traiciona o interrumpe la marcha.»26

Con motivo de una película posterior, Six fois deux, Gilles Deleuze esclarece un poco esta estética en el cineasta:

«Lo que cuenta en él, no es esto o lo otro, o no importa qué, es la Y, la conjunción Y. El uso de la Y en Godard, esto es lo esencial. Es lo importante porque nuestro pensamiento esta más bien modelado por el verbo ser, ES. [...] La Y, no es ni lo uno ni lo otro, está siempre entre los dos, es la frontera [...] El objetivo de Godard: «ver las fronteras», es decir mostrar lo imperceptible»27

El personaje es entonces un ser complejo que contiene, como cada hombre, antagonismos, o mejor, es un hombre, en su totalidad, en su globalidad, ese «mundo triste y divertido» de Prévert. Y este ser que, como remarca Freddy Buache habla «unas veces como un pujadista despreciable y otras como Blaise Pascal»28, es a la vez Ferdinand y Pierrot: pero ¿quien/es es/son?

Examinemos en primer lugar a Pierrot. Pierrot, es, para empezar, el sobrenombre que da Marianne a Ferdinand y la única justificación que pone puede parecer muy débil en un principio:

«Marianne: - No, Pierrot.

Ferdinand: - ... Te he dicho que me llames Ferdinand.

Marianne: - Si, pero uno no puede decir: (canta sobre la melodía de «Au claire de la lune») «Mi-ami-go-Ferdinand»...»

El apunte parece en un principio simplemente divertido pero, de hecho, es fundamental para el personaje: El Pierrot de la película está muy próximo del Pierrot lunar de la commedia dell'Arte. Este universo está omnipresente en la película, y el tema musical de la canción popular reaparecerá más adelante. Pero sobre todo, Pierrot está rodeado por sus comparsas de la commedia dell'Arte. En efecto, en la pared, tarjetas postales representando Arlequines o el Pierrot con máscara (¡ser doble!) de Picasso contribuyen a integrar al personaje en ese mundo de pantomima.

Eliette Vasseur describe este Pierrot lunar como «un enamorado ingenuo y gélido del que las muchachas se burlan y los hombres se aprovechan»29. Tal es también nuestro Pierrot, manipulado por Marianne y Fred, cegado por el amor.

Además, dos caracterizaciones del personaje de Pierrot pueden estar próximos de Pierrot le fou. En Pierrot Romulus ou le raviseur poli, parodia de 1722 de A.R. Lesage y d'Orneval del Romulus de Lamotte, Pierrot rapta a la sabina Hersilie como Pierrot rapta a Marianne -Marianne que es canguro como Colombine es sirvienta30. Pero haría falta sobretodo acercar nuestro Pierrot al de Edmond Rostand: en Les deux Pierrots ou le souper blanc de 1891 pone en escena dos Pierrot: uno, Pierrot I, siempre alegre, el otro, Pierrot II, siempre en la luna; pero los dos aman a Colombine. Una vez más un ser doble, triste y divertido. Pero ese Pierrot lunar, que no quiere prestar su pluma para poder escribir una palabra o dos en su cuaderno, esa cara oculta de Ferdinand toma alguna vez la palabra, y, si uno olvida por unos instantes que se llama Ferdinand, todo se aclara:

«M: Se ve bien, la luna, ¿eh?

F: No veo nada especial.

M: Si, yo veo a un tipo. ¿Es quizás Léonov, o este americano, ahí, White?

F: Sí, yo también los veo, pero no es ni un popov, ni un nieto del Tío Sam. Te voy a decir quién es.

M: ¿Quién es?

F: Es el único habitante de la luna. ¿Sabes que está a punto de hacer? Está a punto de largarse a toda prisa.

M: ¿Porqué?

F: Mira...

M: ¿Porqué?

(Contracampo de la luna)

F: Porque está harto. Cuando vio llegar a Léonov, estaba feliz. ¡Habla! Al fin alguien con quién hablar, después de eternidades en las que fue el único habitante de la luna. Pero Léonov prueba de meterle por la fuerza las obras completas de Lenin en la cabeza. Entonces cuando White llegó a su vez, se refugió con el americano. Pero no había tenido tiempo de decir buenos días, cuando el otro le mete una Coca-Cola en la boca, y le obliga a dar las gracias por adelantado. Entonces está harto. Deja a los americanos y a los rusos quedarse ahí arriba, y él se va.

M: ¿Dónde va?

F: Aquí. Porque encuentra que tu eres bella. Te admira. Encuentro que tus piernas y tu pecho son conmovedores»

Este paso subrepticio e inesperado de la tercera a la primera persona completa la identidad «lunar» de Pierrot, exiliado en la tierra, en la vida real. Siendo la tercera persona, según Benveniste31, una «no-persona» y el yo, una persona, asistimos a un cambio de estatuto para Pierrot, antes «personaje» narrado (el locutor es todavía Ferdinand), «no-persona» todavía reprimido, deviene instancia narrativa, «persona» aceptada, encarnada.

Pierrot está próximo también del Principito, abandonando su planeta, partiendo a la descubierta de mundos, haciéndose amigo de un zorro... Pero este extracto es bastante singular en la película, uno de los raros instantes en los que Ferdinand deja hablar a Pierrot, no lo oculta por medio de uno de sus cortantes «Me llamo Ferdinand».