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Y, finalmente, los últimos rasgos aparecen en mis obras destruidas Los días de los Turbín, La huida, y en mi novela La guardia blanca: se trata de mi obstinación en representar a la intelligentsia rusa como el mejor estamento del país. Y en particular, la representación según la tradición de Guerra y paz de una familia noble de la intelligentsia, que por voluntad de un destino histórico irrevocable es arrojada al campamento de la guardia blanca durante los años de la guerra civil.

Esa representación es algo completamente natural para un escritor profundamente comprometido con la intelligentsia.

Pero representaciones de ese tipo conducen a que su autor reciba en la URSS, (a pesar de sus grandes esfuerzos PARA SITUARSE INDIFERENTE POR ENCIMA DE LOS ROJOS Y DE LOS BLANCOS), al mismo tiempo que sus héroes, el calificativo de guardia blanco, y, en consecuencia, pudiéndose considerar una persona acabada en la URSS, como cualquiera comprenderá fácilmente.

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Mi retrato literario está terminado; también es un retrato político. No puedo valorar el grado de criminalidad que subyace tras él, pero sólo pido una cosa: no buscar nada fuera de sus límites. Ha sido hecho con absoluta buena fe.

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En este momento estoy aniquilado.

Ese aniquilamiento ha sido recibido por la opinión pública soviética con absoluta felicidad y ha sido considerado como un «LOGRO».

R. Pikel, para definir mi aniquilamiento, ha enunciado un pensamiento liberal (Izvestia, 15 del IX del año 1929): «No queremos decir con esto que el nombre de Bulgákov haya sido borrado de la lista de los dramaturgos soviéticos».

Y daba esperanzas al escritor acabado asegurándole: «que el comentario se refiere a sus obras dramáticas antiguas».

Sin embargo, la vida, personificada en el Repertkom central, ha demostrado que el liberalismo de R. Pikel carece de todo fundamento.

El 18 de Marzo de 1930 recibí un oficio del Comité Central del Repertorio, en el que se comunicaba lacónicamente que, no una de mis obras antiguas, sino mi nueva obra, La cábala de los devotos (Moliére) NO HABÍA OBTENIDO EL PERMISO DE PUBLICACIÓN.

Seré breve: en un par de renglones escritos en papel oficial quedaban sepultados mi trabajo de biblioteca, mi fantasía y mi obra; que había sido calificada de brillante en innumerables opiniones expresadas por especialistas teatrales cualificados.

R. Pikel estaba equivocado. No sólo están condenadas mis obras anteriores, sino también las actuales, al igual que todas las que escriba en el futuro. Y yo personalmente, con mis propias manos, he arrojado al fuego el borrador de una novela sobre el diablo, el borrador de una comedia y el comienzo de una segunda novela: Teatro.

Todas las cosas que he escrito se encuentran en una situación desesperada.

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Le pido al gobierno soviético que preste atención al hecho de que yo no soy un hombre político sino un literato y que he entregado toda mi producción teatral a la escena soviética.

Le pido que dirija su atención a estas dos opiniones sobre mí aparecidas en la prensa soviética.

Ambas proceden de enemigos irreconciliables de mi obra y por eso son tan valiosas.

Uno de ellos escribió en 1925: «Aparece un escritor que no está revestido EN ABSOLUTO DE LOS ATRIBUTOS DE LOS DEMÁS COMPAÑEROS DE VIAJE». (L. Averbaj, Izvestia 20 del IX de 1925).

El otro escribió en 1929: «Su talento es tan evidente como el carácter reaccionario, desde el punto de vista social, de sus creaciones». (R. Pikel, Izvestia 15 del IX de 1929).

Le pido que considere que, para mí, el no poder escribir es lo mismo que ser enterrado vivo.

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LE PIDO AL GOBIERNO SOVIÉTICO QUE ME AUTORICE URGENTEMENTE A ABANDONAR LA URSS EN COMPAÑíA DE MI ESPOSA LlUBOV EVGUÉNIEVNA BULGÁKOVA.

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Apelo al humanitarismo de las autoridades soviéticas y les pido que actúen magnánimamente conmigo, un escritor que no puede ser de ninguna utilidad a su patria, y me concedan la libertad.

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Si lo que acabo de escribir no resulta convincente, y estoy condenado a guardar silencio para siempre en la URSS, le pido al gobierno soviético que me dé un trabajo de mi especialidad y me encomiende un puesto en el teatro en calidad de director de escena titular.

Pido precisamente una ORDEN CATEGÓRICA, LO PIDO COMO ÚLTIMA INSTANCIA, ya que todos mis intentos por encontrar un trabajo dentro del único campo en el que puedo ser útil a la URSS, esto es, como un especialista extraordinariamente cualificado, se han saldado con un completo fiasco. Mi nombre se ha hecho tan odioso que las solicitudes de trabajo realizadas por mi parte han sido acogidas con ESPANTO; a pesar de que en Moscú un número elevado de actores y realizadores, y también de directores de teatro, son conscientes de mi especializado conocimiento del mundo de la escena.

Me ofrezco a la URSS con absoluta honradez, sin sombra alguna de sabotaje, como actor y realizador especializado, encargado de montar escrupulosamente cualquier obra de teatro, desde obras de Shakespeare hasta obras actuales.

Pido que se me nombre realizador auxiliar del primer Teatro Artístico, de la mejor escuela, que dirigen los maestros K. S. Stanislavski y V. I. Nemirovich-Danchenko.

Si no soy nombrado realizador, pido un puesto titular de figurante. Si tampoco es posible ser nombrado figurante, pido un puesto de tramoyista. Si eso tampoco es posible, pido al Gobierno Soviético que proceda conmigo como crea más conveniente, pero que proceda de alguna manera; porque yo, un dramaturgo que ha escrito 5 obras, suficientemente conocido tanto en la URSS como en el extranjero, EN EL MOMENTO ACTUAL me encuentro abocado a la miseria, a la calle y a la muerte.

M.BULGÁKOV
Moscú 28 de marzo del año 1930