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Pero mi sol se abrasa por todas partes. He aquí que se aclara una zona, un hemisferio, que yo llamo el pasado, que es una parte de mi ser, misteriosa como una esfera.
Recuperemos el lenguaje de los hombres. ¿Cuándo y dónde nací? En este jardín bajo los ojos de ese buen hombre, era por la mañana... Llamo mi nacimiento al instante en que tuve conciencia de ser el personaje que sigo siendo, el único que he encontrado en el mundo. Nada me asegura que yo haya comenzado a ser el que soy en este jardín. ¿He visto este jardín con los mismos ojos con que veo ahora esta mesa? ¿No sería yo otro, cuya extrañeza se parece a los efectos del sueño? Tal vez la visión de este jardín se ha grabado en mi espíritu como en una placa fotográfica y sólo al cabo de cierto tiempo se ha revelado. Estos dos hechos, ¿se han realizado durante el mismo plegamiento del resorte? ¿0 han dado cuerda al reloj? Me parece haber visto siempre este jardín. He leído libros de psicología pero los he olvidado. Vivo, he hecho un cierto sistema de vida, y he cogido la pluma para trazar aquí mi endeble verdad. Sueño que soy un niño de tres años. ¿Tengo verdaderamente esos cabellos rubios o estoy calvo?
"Buenos días, madre. ¿Te acuerdas de un niñito de tres años?'
"Sí, me acuerdo incluso de más allá, de algo que había en mi seno que podía convertirse en alguien, y yo esperaba que se convirtiera en un niño y en un hombre como eres tú ahora."
¡Tú has vivido muchos años de mi vida!
Una sombra surge de mi prehistoria. Sé poco de mí, menos que de las cosas que me rodean. No me reconocía. ¿Sabía mirarme al espejo? Un día, sin embargo, me encontré. Me convertí en doble. No lo recuerdo.
Así pues, he vivido sin peligros, sin aprietos, durante años. Sin embargo, he llorado. El frío que me ha dado a primera hora, la crueldad de este día que hirió mis párpados. No recuerdo nada. ¿Cuándo, pues, fue la primera angustia? ¿Cuándo, pues, la primera sospecha?
Estaba débil, debilitado por el exceso de poder. El pequeño Cogle era hijo del rey, el único y poderoso heredero de los hombres. Pero mi poder estaba fuera de mí, hecho del poder de los otros. Mi cuerpo y mi alma decaían desde mi nacimiento, abrumados por tantos dones. Mis impulsos fueron anticipados por el ofrecimiento constante de todas las cosas. Mi especie, mi clase me impidieron revivir su pasado, siendo sus conquistas un muro entre mí y el mundo. Cuando me convertí en lo que aún soy, mis mayores proezas estaban realizadas. Había aprendido una lengua, para avanzar utilizaba las piernas como zancos.
No sé cómo ocurrió y, si mi madre no me lo hubiera contado después, nunca hubiera sabido que mi nodriza me dejó caer en una escalinata y que durante mucho tiempo me vi condenado a la fealdad y a la desesperación.
He vivido en la ignorancia al lado de mi madre que hilaba distraídamente mi memoria. ¿No estaría aniquilada si mi familia no me hubiera transmitido la frágil narración, la vida de los pequeños personajes que han llevado mi nombre? Dejados a su suerte, esos que yo he sido hasta los cinco o seis años habrían muerto.
Cuando yo nací para mí, ¿me conocían ya los hombres desde hacía tres años? Me conocieron antes de que yo me conociera. Quiero creerlo. Hasta los tres años, seguía en el mundo, todavía formaba parte de lo que constituye mi comienzo, mi fin. Pero por un instante, un querido minuto, soy lo que es distinto del mundo. Humano. Todo lo que precede a la escena del jardín es tan oscuro como la vida antigua de mis elementos, el vientre de mi madre, la tierra que colmará mis cuencas, mis buenos sueños, la locura que es la aventura del prisionero abandonado por sus carceleros.
Sol de hoy, sólo a ti te conozco.
La sangre, ese jeroglífico se dibuja por todas partes bajo mi piel, misterioso como el nombre de un dios. Padezco su influencia pero jamás podría encontrar la palabra mágica donde se sublimaría. La sangre es útil como el espíritu. Las enfermedades circulan por la sangre y por el color de los ojos.
Yo veía que algunos de mis gestos eran de aquel hombre. "Soy su hijo." Pero de otro que sólo he visto una vez, he retenido para siempre su forma de abrir los ojos. Mi cuerpo, sin que yo lo sospeche, se abandona a quienes se me acercan. Se ofrecen la cara, los miembros de un joven. Todos me ponen la mano encima, uno me dobla el brazo, otro me tira del labio, un tercero me pellizca las cuerdas vocales.
Cuando cumplí quince años comprendí que mis padres habían muerto antes de mi nacimiento, y que el instinto me podía lanzar entre extraños. Viéndome junto a mi padre, un tonto exclama: "Cómo se parecen". Pero un observador: "Qué distintos son". Entre los grandes rasgos de mi figura que aceptan una correspondencia formal, miles de inflexiones se reconocen culpables de por qué me sustraigo a la dominación del hombre que ha sido ante mí el representante de los hombres. Si mi madre se acerca a su vez, el tonto sigue precipitándose. Pero mi padre y mi madre se oponen irreconciliablemente y sólo se armonizan en mí, que los he aniquilado.
En una palabra, he sacado de éste y de aquélla, dentro de la familia, rasgos particulares que sólo evocan la futilidad de la Naturaleza o sus intenciones demasiado disimuladas, o los accidentes que le llegan no se sabe de dónde.
La sangre es un río inmenso, anónimo como los siglos, que me atraviesa viniendo desde los orígenes del mundo. ¿Refleja sobre todo los últimos paisajes que ha bañado? Puede que sea cierto, pero mis ojos han reflejado aspectos que ya no se conocían en este planeta y que me eran más familiares que las riberas de las cuencas más próximas. ¿De qué derecho habla un padre solo, en nombre de los ausentes? Consulto, si quiero, a los lejanos antepasados, digo que soy el que esperaban y, como un dios para sus precursores, les atribuyo lo que me han dado pero no han conocido.
Si yo hubiera sido un niño abandonado en un mojón fronterizo, ¿cuál hubiera sido mi patria, mi religión, mi clase? Tal vez los crápulas me hubieran cambiado de sexo.
Pero he sido alejado de todo lo que se confunde con la muerte, he sido admitido en lo que los hombres llaman la vida, siempre he estado en el mismo sitio, conozco a varios de mis antepasados, en todos los sentidos tengo sólidos lazos con lo que existe.