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Rashomon, Daiei 1950.
Yo tenía que hacer un filme para la Daiei. Entonces Shinobu Hashimono [con quien Kurosawa trabajó en Vivir y muchos otros filmes] tenía varios guiones disponibles. Uno me atraía, pero era demasiado corto y sólo tenía tres episodios. Gustó mucho a todos mis amigos, pero la Daiei no lo entendía. Preguntaban: «¿Qué significa todo esto?» Lo hice más largo. Puse un principio y un final, y por fin accedieron a hacerlo. Así Daiei se sumó a los otros -Shochiku con El idiota, Toho con Notas de un ser vivo- que se atrevieron a intentar algo diferente. [Kurosawa es muy caritativo. En realidad Daiei se mantuvo inasequible a la comprensión. El jefe de la casa se salió durante la primera proyección y, hasta que la película empezó a ganar premios fuera, repetía gustoso a la prensa que no entendía casi nada. Shochiku, naturalmente, destrozó El idiota.]
Creo que Machiko Kyo estaba maravillosa.... tan convincente. Y llevó casi un mes conseguirlo. Después de terminar quise volver a trabajar con ella, pero no tuve oportunidad. [Hasta hace poco Machiko Kyo tenía un contrato exclusivo con la Daiei y la Daiei nunca invitó a Kurosawa a hacer otro filme.] Estábamos en Kyoto, esperando a que acabaran el decorado. Mientras tanto pusimos algunas cintas de 16 milímetros para entretenernos, y una era un filme de selva, de Martin Johnson, que tenía una escena de un león merodeando. Me fijé en la toma y dije a Mifune que eso era lo que quería de él. También había visto Mori en la ciudad una película de selva en que aparecía un leopardo negro. Fuimos todos a verla. Cuando salió el leopardo, Machiko se asustó tanto que se tapó la cara. Vi y anoté el gesto. Era lo que necesitaba para la joven esposa.
Otra cosa sobre este filme. Me gustan y me han gustado siempre las películas mudas. Con frecuencia son mucho más bellas que las sonoras. Acaso tienen que serlo. De todos modos, quise restaurar algo de su belleza. Recuerdo que lo pensé así: «Una de las técnicas de la pintura moderna es la simplificación; por lo tanto, debo simplificar este filme.»
Tuvimos nuestros problemas en el rodaje. Después de montar un rollo hubo un incendio en los estudios, y otro durante el doblaje. No me agrada recordar aquellos tiempos. Ni tampoco sabía que el filme había sido enviado a Venecia. Y no lo hubieran mandado si Giuliana Stramigioli (al frente de Unitalia Film) no lo hubiera visto y apreciado.
Los japoneses critican terriblemente los filmes japoneses, así que no es raro que una extranjera fuera la responsable del envío del filme. Lo mismo pasó con nuestros grabados en madera. Los primeros en apreciarlos fueron los extranjeros. Siempre tenemos en poco nuestras cosas. En realidad, Rashomon no era tan bueno. Cuando lo digo, me contestan: «Ustedes los japoneses tienen en poco sus propias cosas. ¿Por qué no defiende su filme? ¿Qué le asusta tanto?»
Lo que más me sorprendió del filme fue la fotografía. Kazuo Miyagawa [que hizo Ugetsu, Kagi y luego Yojimbo] estaba preocupado por si no era bastante buena. Shimura le conocía de antes y me habló de sus temore. Cuando vi las primeras tomas quedé convencido. Era absolutamente perfecta.
Ikiru (Vivir), Toho 1952.
De lo que mejor me acuerdo es de la larga escena del velatorio con que termina el filme, en la que vemos de vez en cuando escenas postreras de la vida del protagonista. Al principio quise, poner música en toda esta larga parte. Lo hablé con Hayasaka, lo decidimos y él escribió la partitura. Pero cuando llegó el momento de las mezclas, por más que hacíamos no se correspondían las escenas y la música. Lo pensé largo tiempo y luego quité toda la música. Recuerdo lo decepcionado que se quedó Hayasaka. Se quedó allí sentado, sin decir nada, y trató de parecer alegre el resto del día. Sentí hacerlo, pero era necesario. Yo no hallaba modo de decirle mis sentimientos. Ya nos ha dejado.
Era un hombre excelente. Era como si él (con sus gafas) fuera ciego y yo fuera sordo. Trabajábamos tan bien juntos porque la debilidad de uno era la fuerza del otro. Estuvimos juntos diez años y luego murió. No fue sólo una pérdida para mí, sino también para la música. No se conocen dos personas como él en toda una vida.
[Kurosawa ha mencionado en otro lugar la génesis de la idea que desembocó en Vivir. «A veces pienso en mi muerte... y pienso cómo podré resistir el respirar el último aliento; viviendo una vida así, ¿cómo podré abandonarla? Siento que me queda tanto por hacer..., siento que he vivido tan poco. Entonces me quedo pensativo, pero no triste. De este sentimiento nació Vivir.»]