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Los pasos espolean la imaginación de ISABEL.

ISABEL. Vive escondido. Cerca del pueblo. En un sitio que yo sé. La gente no puede verle. Él sólo sale de noche.

ACABAN LOS PASOS EN «OFF».

Después de una pausa, ANA pregunta en voz más baja, casi derrotada.

ANA. ¿Es un fantasma?

ISABEL. No. Es un espíritu.

ANA parece descubrir algo:

ANA. ¿Como el que dice doña Lucía?

ISABEL asiente:

ISABEL. Sí. Los espíritus no tienen cuerpo. Por eso no les pueden matar.

ANA. Pero en la película, él sí tenía... tenía cabeza, brazos, todo...

ISABEL corta la explicación de su hermana.

ISABEL. Eso es cuando se disfraza, para despistar, cuando sale a la calle.

Una larga pausa. Quizá ANA reflexiona. Luego, agresiva, como si hubiera pillado en falta a su hermana, dice:

ANA. Y si sólo sale por las noches ¿cómo hablas tú con él?

ISABEL. Qué tonta eres... Ya te lo he dicho: porque es un espíritu [25].

ISABEL es la que ahora, incorporándose levemente, se acerca más a ANA. Su voz se hace más confidencial, lenta, insinuante. Su expresión quizá logre reflejarnos el placer raro que le proporciona el juego que está en trance de inventar.

ISABEL. Si eres su amiga, puedes hablar con él cuando quieras...

Pausa. Silencio total. ISABEL baja aún más la voz, como si estuviera comunicando un especialísimo secreto, la clave de un misterio.

ISABEL. Cierras los ojos...

ANA, en un acto reflejo, cierra levemente los ojos, imitando a su hermana. La voz de ISABEL, en «off», va repitiendo, como en un exorcismo:

ISABEL («off»). ... y le llamas... Soy Ana, soy Ana...

El rostro de ANA, los ojos cerrados [26].

Lento fundido encadenado.

SEC. 8. ESCENA 3. FACHADA DE LA CASA DEL APICULTOR. Ext. noche [27].

Viene de encadenado.

El rostro de ANA se desvanece poco a poco, y en su lugar va apareciendo la imagen de la fachada de la casa del apicultor, En el piso superior, la luz de un quinqué comienza a encenderse. La llama crece lentamente hasta adquirir una intensidad determinada. Al mismo tiempo, muy lejana, como viniendo de otro mundo, escuchamos todavía la voz de ISABEL que repite por última vez las palabras de una especie de invocación.

ISABEL («off»). Soy Ana... Soy Ana...

La llama del quinqué se pone en movimiento, llevada por una mano invisible. Va pasando, ventana tras ventana, de una a otra habitación, hasta quedar fija en un punto.

Encadenado.

SEC. 9. ESCENA 1. ESTUDIO DEL APICULTOR. Int. noche [28].

Viene de encadenado.

En la noche, a la luz de un quinqué, sentado junto al balcón de su estudio, el APICULTOR escucha la radio en un aparato de galena, provisto de auriculares y un dial de sintonización.

Fundido en negro.

A través de las paredes de cristal, el APICULTOR observa el interior de la colmena de observación. Las abejas siguen trabajando, infatigables [29].

Fundido en negro.

La mesa de trabajo. En el centro, un cuaderno y una pluma. El APICULTOR enciende un cigarro en la llama del quinqué. Se sienta. Quita el capuchón a la pluma y comienza a escribir [30].

COMIENZA MUSICA.

VOZ INTERIOR DEL APICULTOR. «Alguien a quien yo enseñaba últimamente, en mi colmena de cristal... »

Encadenado.


[25] En la película: «Ya te lo he dicho: porque es un espíritu.»
[26] Procedente del piso superior llega en este momento, con más claridad que nunca, el ruido de unos pasos. ANA abre los ojos, impresionada. Su mirada se cruza con la de ISABEL.
[27] No rodada.
[28] En la película, el orden de la mayoría de las escenas de esta secuencia ha sido cambiado; alguna ni siquiera fue rodada. Primeramente observamos a FERNANDO paseando de un lado a otro de su estudio; es el ruido de sus pasos lo que ha cargado de misterioso significado la invocación realizada por ANA e ISABEL en el piso de abajo. El APICULTOR pasea con las manos metidas en los bolsillos, la cabeza baja (esperando que esté preparado el café que se calienta dentro de una cafetera, sobre un pequeño infernillo situado en segundo término, no muy a la vista, sobre la mesa), silbando su canción favorita: el tango «Caminito». Abstraído, FERNANDO olvida su café, que hierve en su recipiente, desparramándose ligeramente. FERNANDO coge la cafetera como puede, huele su contenido y hace un gesto de fastidio.
[29] En la película, esta acción figura como fondo de la voz interior del apicultor, un poco más tarde.
[30] Antes se pone unas gafas.