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SEC. 9. ESCENA 2. COLMENA DE OBSERVACIÓN. Int. noche.
El interior de la colmena. En su alvéolo, la abeja reina. Las princesas durmiendo en sus cámaras. Las nodrizas que velan su sueño. Los zánganos. Las cereras. Las obreras.
VOZ INTERIOR DEL APICULTOR. «... el movimiento de esa rueda tan visible como la rueda principal de un reloj; alguien que veía a las claras la agitación innumerable de los panales, el zarandeo perpetuo, enigmático y loco de las nodrizas sobre las cunas de la nidada, los puentes y escaleras animados que forman las cereras...»
Encadenado.
SEC. 9. ESCENA 3. ESTUDIO DEL APICULTOR. Int. noche.
Viene de encadenado.
VOZ INTERIOR DEL APICULTOR. «... las espirales invasoras de la reina, la actividad diversa e incesante de la multitud, el esfuerzo, despiadado e inútil, las idas y venidas con un ardor febril, el sueño ignorado fuera de las cunas que ya acecha el trabajo de mañana...»
La mano del apicultor escribiendo. La sombra del apicultor, paseando. El APICULTOR, ante su biblioteca, busca un libro. Recorre con la vista las hileras de volúmenes. Una cafetera, sobre un mechero de alcohol, deja escapar un chorro de vapor hirviendo. El APICULTOR bebe una taza de café. El APICULTOR, en el balcón, contempla el cielo estrellado [31].
SEC. 9. ESCENA 4. HABITACION DE LAS NIÑAS. Int. noche.
VOZ INTERIOR DEL APICULTOR. «... el reposo mismo de la muerte, alejado de una residencia que no admite enfermos ni tumbas... alguien que miraba esas cosas, una vez pasado el asombro, no tardó en apartar la vista en la que se leía no sé qué triste espanto.»
Una luz, venida desde lejos, la luz de tina llama, ilumina poco a poco los rostros de ANA e ISABEL, dormidas. El APICULTOR, desde el umbral de la habitación, el quinqué en la mano, contempla el sueño de sus dos hijas. Suavemente, de la misma forma en que surgió, la luz de la llama se retira. Los rostros de las dos niñas desaparecen. Una puerta se cierra despacio. Unos pasos se alejan [32].
SEC. 9. ESCENA 5. FACHADA DE LA CASA DEL APICULTOR. Ext. noche y amanecer.
LA MUSICA SE VA APAGANDO.
La fachada de la casa. En el piso superior, en una de las ventanas, brilla aún la llama del quinqué del APICULTOR, velando, en la noche.
Encadenado.
La noche se acaba. La llama del quinqué, muy pálida e insignificante.
Encadenado.
Las primeras luces del alba. La llama del quinqué se ha extinguido.
FIN DE LA MÚSICA.
PRIMEROS RUIDOS DEL AMANECER.
Encadenado.
SEC. 10. ESCENA 1. ESTUDIO DEL APICULTOR. Int. amanecer.
Sobre la mesa, la cabeza apoyada en los brazos cruzados, el APICULTOR está dormido. A su alrededor, por todas partes, los restos diseminados de esta especie de cotidiano, nocturno, naufragio. Papeles emborronados, estrujados, rotos. Libros fuera de las estanterías, abiertos, amontonados. Tazas de café vacías. Abundante ceniza en los platillos. El perro, en un rincón, dormido. El perro que abre los ojos, como saliendo de un mal sueño, se despereza y se va. Silenciosamente [33].
SEC. 10. ESCENA 2. DORMITORIO DEL APICULTOR. Int. amanecer.
La luz del amanecer se filtra a través de la ventana. En la habitación, hay una sola cama. En ella, una mujer, inmóvil, de espaldas a nosotros, parece dormir.
RUIDO DE PASOS ACERCANDOSE EN «OFF».
Se oyen unos pasos que se acercan por el pasillo. La mujer se vuelve hacia nosotros. Es TERESA. No dormía.
ALGUIEN ABRE LA PUERTA EN «OFF».
El ruido suave, cauteloso quizá, de la puerta del cuarto al ser abierta. Dos, tres pasos. TERESA simula dormir.
RUIDO DE SOMIER, DE ZAPATOS QUE CAEN AL SUELO.
Los muelles del somier se quejan. Alguien se ha sentado en la cama. Unos zapatos caen al suelo. Unos segundos de agitación en torno. Alguien se mete a su lado, entre las sábanas. Después, silencio. La mujer, los ojos abiertos, mira en dirección a la ventana, por donde empiezan a filtrarse ya la luz y los sonidos de los primeros minutos del día [34].
Fundido en negro.
[31] No fueron rodadas la sombra del apicultor, ni su búsqueda de un libro, ni la contemplación del cielo estrellado. Sí, en cambio, la escena del café, pero del modo en que ya hemos visto.
[32] La acción vuelve al interior del estudio de FERNANDO. Vemos su mano tachando nerviosamente un par de líneas del texto que está redactando. Luego, deja la pluma, se quita las gafas y se pasa una mano por los ojos. Parece cansado. Nos mira.
[33] EL perro no realiza esta acción. Sobre la mesa de FERNANDO, entre el revoltijo de objetos, destaca una pajarita de papel blanco.
[34] Antes de que TERESA cierre los ojos de nuevo, se escucha en el amanecer el sonido de un tren acercándose despacio, para después, sin interrupción alguna, irse perdiendo en la lejanía.
[El espíritu de la colmena, Elias Querejeta Ediciones]