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EVALD: ¿No podrías parar el limpiavídrios?

MARIANNE: Entonces no podremos ver el océano.

EVALD: Andan tan rápidamente que me ponen nervioso.

MARIANNE (los desconecta): Bueno, ya está.

Siguen en silencio unos minutos, mirando la lluvia que cae por el parabrisas, sin ruido. El mar se mezcla con las nubes en un gris infinito. Evald se acaricia el rostro largo, huesudo, y mira con expectativa a su mujer. Habla bromeando, con tranquilidad.

EVALD: De modo que ahora me has atrapado. ¿Qué deseabas decirme? Algo desagradable, por supuesto.

MARIANNE: Desearía no tener que decírtelo.

EVALD: Comprendo. Has encontrado a otro.

MARIANNE: No seas niño, por favor.

EVALD (imitándola): No seas niño, por favor. ¿Qué quieres que piense? Llegas y me dices con voz de duelo que quieres hablarme. Tomamos el auto y venirnos a la orilla del mar. Llueve y no sabes cómo empezar. Por Dios, Marianne, dilo ya. Este es un momento excelente para la confidencia más íntima. Pero por amor de Dios no me tengas en un hilo.

MARIANNE: Ahora siento ganas de reír. ¿Qué crees realmente que voy a decirte? ¿Que he asesinado a alguien? ¿0 hecho un desfalco con los fondos de la facultad? Voy a tener un hijo, Evald.

EVALD: Ah, no me digas.

MARIANNE: Es así. Y con lo descuidados que hemos sido últimamente no es como para sorprenderse mucho, ¿no te parece?

EVALD: ¿ Y estás segura ?

MARIANNE: El informe del "test" llegó ayer.

EVALD: Ah. Ah, sí. De modo que ése era el secreto.

MARIANNE: Hay otra cosa que deseo decirte. Voy a tener este hijo.

EVALD: Eso parece muy claro.

MARIANNE: ¡Sí, lo es!

MARIANNE (voz superpuesta): Nos sentados, en silencio durante un largo rato y sentí cómo crecía el odio y se hacía denso entre los dos. Evald miraba por la ventanilla mojada, silbaba, sin emitir sonido alguno y parecía tener frío. En alguna parte de mi estómago yo temblaba tanto que casi no podía mantenerme erguida. Entonces él abrió la portezuela y bajó del auto y se dirigió, bajo la lluvia, hasta la playa. Se detuvo debajo de un árbol grande y se quedó allí durante mucho rato. Por fin, yo también bajé y lo seguí. Su pelo y su rostro estaban mojados y la lluvia le caía por las mejillas hasta las comisuras de los labios.

EVALD (con tranquilidad): Sabes que no quiero tener hijos. También sabes que tendrás que elegir entre el niño o yo.

MARIANNE (lo mira): Pobre Evald.

EVALD: No me "pobreés", por favor. Tengo cordura y he puesto perfectamente en claro mi posición. Es absurdo vivir en este mundo, pero es todavía más ridículo poblarlo con más víctimas y lo más absurdo de todo es creer que a ellos les irá mejor que a nosotros.

MARIANNE: Esa es sólo una disculpa.

EVALD: Llámala como quieras. Personalmente yo fui un hijo no deseado en un matrimonio que era una linda imitación del infierno. ¿Está seguro realmente el viejo que soy su hijo? Indiferencia, temor, infidelidad y sentimientos de culpabilidad... ésas fueron mis niñeras.

MARIANNE: Todo eso es muy conmovedor, pero no disculpa el hecho de que te estés comportando como un niño.

EVALD: Tengo que estar en el hospital a las tres y no tengo ni el tiempo ni el deseo de hablar más sobre el asunto.

MARIANNE: ¡Eres un cobarde!

EVALD: Sí; tienes razón. Esta vida me da asco y no creo que necesite una responsabilidad que me haga vivir un solo día más de lo que yo quiera. Sabes todo esto y sabes que hablo en serio y que no es un ataque de histerismo, como pensaste alguna vez.