[2/12]

"Las conversaciones suelen reducirse a comentar y censurar la manera de ser y el comportamiento del prójimo y esto es lo que me ha llevado a renunciar a esa vida social".

 

Abordar "Fresas Salvajes" es abordar a Bergman por completo. Bergman es "Fresas Salvajes" y "Fresas Salvajes" es Bergman.

Se podrían citar una a una todas las películas que componen la obra de Bergman: "Fanny y Alexander", "El séptimo sello", "Persona", "Secretos de un matrimonio", "Cara a cara ...al desnudo", "Gritos y susurros"... todas se encuentran recogidas en "Fresas salvajes".
Pero, ¿qué es "Fresas salvajes"?. "Fresas salvajes" es, sobre todo, Victor Sjöström. Un rostro iluminado a lo largo de toda la película. Un rostro que habla solo, que se expresa con palabras sin hablar, que llena de pequeños gestos y pequeñas muecas todos sus primeros planos. Es la extraordinaria fotografía de Gunnar Fischer. Cada fotograma se inunda de nostalgia, de sentimientos, de recuerdos, de diálogos brillantemente escritos. Cada fotograma perfila esta obra maestra a través de su fotografía. Son esos sueños, los flashbacks, la voz en off de ese personaje, esas historias de la niñez de Victor Söjstrom. Es ese modo de rodar las conversaciones de Bergman en el coche mientras viajan Ingrid Thulin y Söjström. "Fresas salvajes" es la cantidad de recursos narrativos que despliega Bergman para contar esta historia que la hacen tan densa. Es ese manejo del tiempo. Como se mueve entre los sueños y la realidad, entre los recuerdos y la realidad. Es, literalmente, el paso del tiempo. En esta película Bergman demuestra un dominio absoluto de algo tan difícil de controlar como es el tiempo. Domina ese problema que se le planteaba muchas veces y que con admiración vería después como resolvería Tarkovski. "Fresas salvajes" es, también, la interpretación de Ingrid Thulin. Es su mirada. La seguridad que desprende su rostro. Es esa fuga de Bach a piano, insertada en un momento clave. Es como si nunca la esperases. Llega de repente. Te coge desprevenido. Te agarra por dentro y te cuesta soltarla. Es el viaje que emprende el doctor hacia su jubileo doctoral, que en realidad lo que supone es un viaje en el tiempo, un viaje a través de su pasado, un viaje lleno de recuerdos y de nostalgia, de algún modo la recuperación de ese tiempo perdido, ya pasado.

La puesta en escena tiene una fuerza arrolladora. Ha quedado patente el extraordinario trabajo de Gunnar Fischer en la dirección de fotografía, pero hay que decir que los planos de esta película respiran por todos sus poros una nostalgia como contenida o escondida, como tapada. Está la vejez y ese constante recuerdo. La constante mirada hacia la juventud. Los encuadres, no sabemos si debido a Söjström y su interpretación, a la dirección de actores de Bergman, a la historia que lleva encerrada, que puede ser la historia de cualquiera de nosotros, son encuadres con los que uno reflexiona cada vez más a medida que avanza la historia. Son encuadres por donde se filtra la vida. Todo apoyado en un guión excelente, guión que una vez abierto con esa frase citada al principio, no hace más que crecer y crecer en su empeño por dejar constancia de lo que supone el paso del tiempo, la llegada a la vejez, el egoísmo que puede llegar a encerrarse dentro de nosotros, el debate interno que sufre Bergman acerca de la existencia de Dios, el estar al filo de la muerte y tener toda una vida a nuestras espaldas vivida con dedicación completa a nuestro trabajo y, que esto, nos haya ido haciendo apartarnos de las cosas más esenciales de la vida; ese amor frustrado en la juventud, la vigencia de los recuerdos en nuestra mente, esos recuerdos que nos hicieron como somos, la soledad, la relación entre las personas, la mujer, el matrimonio, el perdón, la incapacidad o gran dificultad que poseemos las personas para comunicarnos o el hecho de traer hijos al mundo y qué supone para Bergman esto.

"Fresas salvajes" tiene una estructura imposible, una estructura que siempre se termina escurriendo entre los dedos, se escapa, es imposible de atrapar, por ideas expresadas y por forma de narrar. Además, es increíble que con la duración que tiene esta película, que rondará los 88 minutos, Bergman pueda llegar a condensar toda la temática que ha tratado a lo largo de su vida.

"Fresas salvajes" es de esas películas que empiezan ya, no hay introducciones, no hay prolegómenos, no hay merodeos. Oímos la voz de nuestro protagonista (Isak Borg) que va a quedar dibujado a través de esa presentación, donde comenzaremos a saber qué le ocurre. Él mismo se llega a definir como pedante y egoísta. A partir de aquí asistiremos al desfile de todo su pasado, de todos sus recuerdos y a la transformación de ese personaje en un ser vivo, será la vuelta a la vida de un "viejo pedante y egoísta", como él mismo llega a decir, que se sentía muerto a pesar de estar vivo.