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La buena salud del cine documental en España pasa necesariamente por una valiosa y, de momento, perenne propuesta: el Máster de Documental de Creación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Bajo ese epígrafe,"documental de creación", tan atractivo como vago, han surgido algunas de las películas más estimulantes del último cine español. Obras como "En construcción" (Jose Luis Guerín, 2001), Mones com la Becky (Joaquín Jordá, 1999) o El cielo gira (Mercedes Álvarez, 2004), nacen a raíz del Máster, en la que los alumnos se entregan, participan activamente y alcanzan categoría profesional.

¿Por qué considerar el documental como modelo ideal de aprendizaje? En principio, por su libertad, la ausencia de parámetros específicos, leyes o líneas de guión. Igual que no hay una definición clara de realidad o de verdad, el documental, en su pretensión de ser una ventana abierta y fidedigna al mundo, resulta finalmente el género cinematográfico más ficticio, el que requiere un mayor tratamiento de su sonido e imagen. Es la exigencia del buen documental: resultar más real que lo real; y el dilema de todo cineasta, sobre todo, del documentalista: el estado cautivo o libre de las imágenes que rueda, o cómo la presunta realidad se camufla ante la mirada inquisitiva del ojo de la cámara. Ese conflicto creativo se acentúa cuando el tema a tratar consiste en un escándalo público, una noticia periodística o una sentencia judicial.

"De nens" (2004), aún inédita en nuestras pantallas, vuelve a ser otra mirada sobre como la normalidad, la llamada realidad – social, política, mediática, sexual – ve, habla, juzga y finalmente condena, a esa anormalidad con la que se está forzado a convivir y a la que la implícita marginación que lleva inoculada la hace especialmente apetitosa a la hora de satisfacer las demandas sociales, jurídicas y mediáticas con las que la Realidad se retroalimenta y se reafirma, en base a criterios "naturales" o "lógicos". Si Mones com la Becky nos llevaba a la confrontación del escalpelo científico-lógico de la lobotomía, practicado en instituciones sanitarias, con la vida y la trayectoria, definitivamente truncada, de los disminuidos psíquicos, De nens, a pesar de su aparente neutralidad e imposible objetividad, enfrenta la muy (in) formada posición del sistema judicial sobre la paidofilia con otro universo que ésta trata de entender y clasificar con vistas a su, improbable, digestión y posterior enjuiciamiento. La puesta en escena de Jordá es la misma, disponer su entramado de niveles narrativos con objeto de que el espectador saque sus propias conclusiones, nunca fáciles ni tan sencillas como algunos representantes de esa privilegiada realidad quisieran. De nens es capaz de armonizar dos representaciones - el juicio y una propiamente teatral - con dos plataformas mediáticas - la prensa que narra y difunde ese juicio (después, no lo olvidemos, de haber narrado y propagado los rumores que han llevado a ese juicio) y las asociaciones de vecinos del barrio del Raval. En las relaciones y enfrentamientos entre estas cuatro instancias se cuaja a fuego lento otra realidad que, no por predestinada, es más sutil y dolorosa. Confiesa Jordá que el modelo utilizado para De nens ha sido el cine negro americano de los 50 ó 60, y es difícil no acordarse de esa obra maestra de Otto Preminger que ponía en escena otra puesta en escena, un juicio con papeles repartidos, un microcosmos donde lo importante era el funcionamiento de la maquinaria, sabidos ya cuáles eran los papeles de las diferentes partes del invento: Anatomy of murder (Anatomía de un asesinato, 1959).

En su primera secuencia, aparentemente desvinculada del resto del filme, una mujer expresa con dificultad un mensaje cordial a una persona querida, de la que probablemente tuvo que separarse. Es el primer rostro oculto, anónimo en virtud de esa misma marginación que la imagen establece, difícilmente inteligible, pero expresivo, resolutivo, patético. Xavier Tamarit Tamarit, acusado principal de la causa, enfrentado a un jurado tan despótico, como ridículo, se erige en víctima de un rumor y personaje principal del filme. "Su imagen es la de chivo emisario, que carga con todas las culpas y limpia un poco la mierda de toda la sociedad", cuenta el director. La cámara de Jordá no se corta y, sin inventar nada ni recurrir a ningún artificio o montaje sospechoso, muestra a un jurado que se duerme ante la lectura del sumario y a un juez que expulsa despectivamente y abusa con chulería de su propio poder.

Igual que Mones com la Becky no era un film sobre la lobotomía, De nens no es una película sobre el abuso de menores: La película no gira sobre este tema, gira sobre la utilización social de una historia, dice Joaquín Jordá. La cuestión a tratar es cómo surge un rumor, de donde nace y cómo se propaga. La noticia nunca probada: "se ha localizado una de las mayores redes de pedofilia de Europa", viene dada por la policía, y, sin cuestionarse, se comunica fielmente a través de la prensa y se transforma en eco popular. El impacto mediático es tal, que después poco importa que esa información sea cierta o no, se entiende como verdadera independientemente de su origen. "En este barrio del Raval está ocurriendo el único crimen que actualmente no tiene perdón, que la sociedad actual no acepta, y se ha convertido en tabú. Robar es un delito, matar a veces está bien y a veces está mal, pero eso de follarse un niño es horroroso, es un crimen nefando. Dentro de un tiempo será otro, pero yo no sé cuál inventarán, de momento éste es el crimen mayor".