Invitado a escibir la introducción de esta edición del guión (1), Bohumil Hrabal ha respondido a la invitación con una carta, cuyo texto publicamos a continuación.

 

En la creación del guión para la película Ostre sledované vlaky (Trenes rigurosamente vigilados), independientemente del papel jugado por mi y por Menzel, una parte sustancial se debió al azar -ese azar que según León Bloy es el segundo nombre del Espíritu Santo. Cuando el grupo de producción de Barrandov decide realizar una película de Trenes rigurosamente vigilados, y que yo escriba el tratamiento, el proyecto viene propuesto al director Ewald Schorm. Poco tiempo después, sin embargo, Schorm responde que no sabría como afrontarlo. De este modo, apareció Vera Chytilová a la cual en cambio el proyecto interesaba mucho, porque de niña había vivido en la estación ferroviaria de Bohdanec donde sus padres llevaban un restaurante. Sin embargo, después de haber trabajado por algo de tiempo, también ella llega a la conclusión de que el tema no coincidía de ningún modo con su visión poética. La producción se dirige entonces a Menzel que se mostró entusiasta con la idea, si bien más adelante confeso no haber tenido en la época la mínima idea de como proceder. Ocurre así que yo y él nos encontramos por segunda vez, habiendo ya tenido ocasión de trabajar junto en Smrt pana Baltazar (La muerte del señor Baltazar).

Nuestra colaboración para Trenes rigurosamente vigilados se desarrolló siempre bajo el lema de una reciproca fe y humildad. Paseábamos juntos, y yo escuchaba las divagaciones de Menzel sobre el guión, del mismo modo que por otra parte Menzel prestaba gran atención a mis consideraciones sobre como habría debido ser la película. Así, mientras disfrutábamos de nuestros paseos, sacábamos juntos nuestra fantasía, buscando un padre común a aquella criatura que crecía de día en día, alimentada por dos cordones umbilicales. Y nosotros no hacíamos mas que sonreír frente a la felicidad que experimentábamos en la dulce espera de la película. Queríamos transferir a la película todo aquello que ya estaba en el relato, cosa que me llevaba a sentirme lleno de la forma exterior de las cosas, a verme más como un periodista, como alguien que registra la realidad, más que como un escritor. Qué pensaba Menzel durante nuestros paseos, me lo ha dicho sólo hoy y así lo incluyo en esta carta: "Mi profesor en la FAMU, Otakar Vávra, me había enseñado a pensar en el cine como en un arte todavía demasiado joven para poder representar los acontecimientos de este mundo con la misma precisión que la literatura; según él, aquellas películas capaces de hacerlo sin recurrir a la ayuda de la literatura son las excepciones que confirman la regla. De manera que, más que perder el tiempo y la energía en la tentación de formular nuevos materiales, es de lejos mucho mejor, como decía mi profesor, mirar a la literatura y trasponer los contenidos al lenguaje cinematográfico, para verificar nuestra capacidad de expresar una idea de manera estimulante, en otras palabras, para ver si somos capaces de pensar con imágenes".

Así, yo y Menzel continuábamos trabajando, realizando nuestros paseos y hablando de cómo sería el guión, pero sobretodo de como no sería, porque la esencia del arte verdadero reside en saber que cosa no hacer. Escribí un primer tratamiento y se lo mostré al señor Menzel, y el señor Menzel lo leyó añadiéndole su comentarios. Y de nuevo volvimos a pasear, elucubrando sobre encuadraturas específicas y sobre la película en general; y de nuevo me puse a trabajar en una segunda redacción, y Menzel la completó con algunos detalles que yo a mi vez integré hasta que Menzel no comenzó poco a poco a pensar como director y a fiarse del guión in statu nascendi. Como me dijo más adelante: "Utilizando la sabiduría que había crecido en mi en la FAMU y apelando a mi experiencia de espectador, la primera cosa que hice fue liberarme de toda aspiración al título de Creador. La siguiente, fue respetar aquello que había estado escrito ya y subordinar todo al objetivo principal, que era aquel de traducir la novela en una película, para que fuera accesible al espectador cinematográfico medio que no lee, pero al mismo tiempo permitiese al espectador más culto apreciar este cambio de vestido de la forma literaria en imágenes visibles concretas y en rostros humanos".