Esperando a Shergar
 

s como shergar

 

(Para acabar, este recuerdo del gran desaparecido de los hipódromos modernos. "Shergar" se ha ido, nadie sabe como ha sido. Por mérito propio ha pasado a engrosar el anecdotario de leyendas que adornan al viejo turf con no menos majestad que los laureles ciñen la cabeza severa de Dante. Desde que unos desconocidos le raptaron, el que quizá fue el más grande de los grandes actuales permanece en la prestigiosa tiniebla. Cabe suponer que ya para siempre. ¡Ojalá valga a sus manes este cordial recuerdo! El "pasado domingo" ocurrió en junio de 1983. Ya Hegel menciona en la "Fenomenología del Espíritu" que nada envejece antes -o se convierte más pronto en falsedad- que la aparentemente simple aseveración "ahora es de día".)

El pasado domingo, asistiendo en La Zarzuela al hermoso final del Gran Premio de Madrid entre el valiente Zalduendo y un Brezo magistralmente montado por Carudel, recordé a Shergar. ¿Qué habrá sido de él? ¿Habrá sido descuartizado por sus frustrados secuestradores, comido en estofado irlandés o enterrado en alguno de esos hermosos prados del Curragh en los que se crió? ¿Se lo habrán llevado a algún exótico país,donde tendrá que llevar una vida de semental exiliado? Después de todo, habría cierta justicia poética en que este espléndido caballo irlandés hubiese acabado secuestrado y anónimo en tierras árabes, de donde vinieron los tres primeros sementales que fundaron la cría inglesa: "Darley Arabian", "Byerley Turk" y "Godolphin Arabian". Entonces los caballos solían llevar el nombre de su propietario, por eso se los puede considerar razonablemente anónimos. Al último de los tres mencionados, que fue un exiliado por partida doble y llevó una vida llena de legendarias aventuras, cuentan que se lo encontró por primera vez Lord Godolphin tirando de un carro en París. La verdad, me molesta sobremanera imaginarme la noble Shergar tirando de un carro: casi prefiero resignarme a su muerte... Los que le vimos ganar el Derby de 1981, galopando como un huracán sobre la pista embarrada de Epsom, con la punta de la lengua asomando por entre sus labios como la de un niño aplicado haciendo palotes, mientras los demás participantes iban tan lejos tras él que parecían de otra carrera, no podemos imaginárnoslo más que radiante y victorioso. En las tribunas se decía: "Shergar, first! The others, nowhere!, versión turfística del "primero y después nadie". Magnífico en la pista, comenzaba a serlo también en la yeguada, a juzgar por su primer año como semental, cuando le tocó pasar a engrosar la lista de desaparecidos. No puede quejarse: secuestro, chantaje, crimen... Shergar ha entrado en política y le han tratado como a una persona.

So long, Shergar! ¡Mi pobre héroe invencible de la lengua fuera! En este mundo cutre de ansones y neutrones, de terroristas que se creen políticos y políticos que hacen terrorismo, de tráfico y compraventa, tú, ganador en la pista y galante con las damas, fuerte, veloz e inocente, fuiste cumplido caballo y también esforzado caballero. Donde todos solemos pecar por miseria, tu única culpa fue la excelencia y por ella te perdiste. No sé cómo decirte cuánto te quiero. Mira, imagínate que en ese cielo que los hombres sueñan a cada cual se le dará cuando llegue lo que pida, conocimiento, lujo, placer. lo que sea; una divinidad irónica o aburrida regalará a cada espíritu su juguete eterno y se desentenderá de él para siempre con alivio. Cuando llegue mi turno de estrenarme como muerto, no voy a pedir joyas, ni libros, ni coronas, ni caricias. "Quiero a Shergar", les diré. Nos iremos juntos y empezará la gloria.