Konstandinos Kavafis nunca permitió que la luz eléctrica llegara a su departamento de la calle Lepsius. Prefería la luz, danzante, de las velas cuidadosamente dispuestas sobre los candelabros, restos de un lejano pasado opulento. Era la iluminación, creía, que mejor correspondía para la escritura y la lectura de sus poemas escritos con palabras nítidas que, sin embargo, en sus intersticios provocan el vuelo de la imaginación. Una poesía que obsesivamente gira alrededor del deseo, pero que también alberga el desarrollo de una ética que coloca a la belleza y los sentidos como bienes supremos. Una poesía que, asimismo, reflexiona sobre la realidad y el cincelamiento al que la somete el poeta para conseguir poemas que brillan como gemas.

[Los poemas citados que aparecen subrayados pueden ser consultados haciendo clic sobre ellos, momento en el que se abrirá una ventana suplementaria con los mismos, o bien al final de los ensayos]