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Llama la atención en este segundo comentario el modo simple y rotundo con que el director juzga su film. Sin dudas que L'avventura es mucho más que esta frase y que Antonioni lo sabe, lo siente y lo silencia.

Vemos una imagen de tempestad que se agita en el cielo, sobre el mar. Corte. Ahora una gran roca se desprende de una de las laderas de la isla; se precipita y la cámara la acompaña con un movimiento suave hacia abajo. En ese deslizamiento vemos la cabeza y el torso de Claudia observando cómo la roca se estrella en el agua que golpea contra la isla. Fin del plano.

En films como L'avventura, La notte o L'eclisse (1962), Antonioni nos ofrece la sensación de que, desde nuestro sitio de espectadores, sabemos más de los sentimientos de los personajes que ellos mismos. Pero tal sensación, si no falsa, no es del todo cierta. Terminamos advirtiendo que ni ellos ni nosotros poseemos llave alguna para destrabar el misterio de los sentimientos (¡Qué otra cosa que misterio nos despiertan los sentimientos que se resisten a una lectura inmediata!). Esa sensación de conocimiento que creemos poseer por sobre los personajes -y que no demora en resquebrajarse- es como la liebre inalcanzable para la carrera del galgo. En Antonioni, lo que predomina es el misterio. Nuestros misterios.

Correspondencias.

Diez años separan a L'avventura de Zabriskie Point. Dos planos me ofrecen la posibilidad de reunirlas, de convocarlas en la imperfección de la memoria. De ningún modo la intención es explicar la similitud de dos planos rodados con una década de distancia. Probablemente haya otras "piedras que caen por la pendiente" en la(s) historia(s) del cine.

Tanto a los burgueses de L'avventura como a los jóvenes de Zabriskie los encontramos habitando un terreno que no les pertenece: una isla de restos volcánicos y un lecho de lagos convertido en desierto de piedras y polvo. Allí los ubica Antonioni y allí los hace experimentar la extrañeza. Al nivel de la ficción los personajes eligen la mudanza, claro que no prevén sus efectos. Una distancia enorme separa a los burgueses italianos de los jóvenes estudiantes estadounidenses. ¿Una distancia enorme?.

En ambos films hay alguien que mira caer la piedra (en Zabriskie, claro, la piedra es arrojada). El breve suceso de la caída no se produce a espaldas de la mirada humana. Es ésta última, precisamente, la que dimensiona el hecho.

Conjeturemos. En L'avventura la caída de la roca podría estar hablándonos de la caída de Anna al mar, de su desaparición: tal vez sea este pensamiento el que pasa por la cabeza de Claudia al contemplar el hecho. En Zabriskie, en cambio, la piedra podría estar hablándonos no de los ausentes, sino de los presentes, de Mark y de Daria: quienes -como la piedra- consiguen establecer con el ambiente una comunión posible, aunque momentánea y efímera, como el tiempo que demora una piedra al caer al vacío. Consiguen hacerse elemento del paisaje, lo que resulta imposible para los personajes de L'avventura.

(Creo que subsiste, en ambos films, algo del orden del extravío. En L'avventura, los personajes se hallan extraviados en lo que creen desear; en Zabriskie, se encuentran extraviados en lo que creen no desear).

Supo afirmar Antonioni en 1961: "Hoy nace un hombre nuevo, con todos los miedos, los terrores y los balbuceos de una gestación. Y lo que es aun más grave, este hombre se encuentra de inmediato cargando sobre los hombros un pesado bagaje de sentimientos que ni siquiera es exacto definir como viejos y superados: son más bien inadecuados, condicionan sin ayudar, estorban sin sugerir una conclusión, una solución. Y, sin embargo, parece que el hombre no consigue desembarazarse de este bagaje. Actúa, ama, odia, sufre bajo el impulso de fuerzas y de mitos morales que (...) no deberían ser los de los tiempos de Homero; y, sin embargo, lo son".

¿Podemos pensar como casual la elección de las islas Eolias y del Zabriskie Point como escenarios de ambos films? ¿No se trata de dos expresiones antiguas de la naturaleza, metamorfoseadas por la erosión del tiempo, por su devenir implacable? Antonioni los elige para situar en ellos al hombre moderno, con su moral, sus mitos, sus convenciones. Cuando, con Claudia, vemos desprenderse la piedra de la isla, lo que estamos viendo es la actuación del Tiempo, las intervenciones de éste en la transformación de las cosas del mundo: del volcán a la isla rocosa. Es como si pudiéramos asistir al instante en el que los océanos se comen un milímetro de tierra. El hombre moderno que propone Antonioni, en cambio, se halla incapacitado para desprenderse de sus restos, de aquello que ya no le aporta adecuación al mundo en el que están obligados a vivir. Podríamos pensar que el hombre de Zabriskie, al ser él quien arroja la piedra, ejerce una voluntad distinta al de L'avventura. Podríamos pensarlo. Pero Mark termina siendo asesinado por la policía y Daria acaba consumando una revolución mental, una destrucción de carácter casi onírico.

Culminemos con las palabras de Antonioni: "[L'avventura] es un relato por medio de imágenes con el que espero que sea posible captar no el nacimiento de un sentimiento equivocado, sino el modo en que hoy se equivocan los sentimientos. Porque, repito, hay una moral vieja, viejos mitos, viejas convenciones. Todos sabemos que son viejos y superados, y a pesar de todo los respetamos".

La piedra cae y la mirada humana observa. Tanto la mirada del hombre de 1960 como la del hombre de 1970.


Diciembre de 2003 - enero de 2004


Mauricio Alonso en Tijeretazos [Postriziny]