[3/3]

De todos modos, la de Acosta supuso para mí un respiro en esta estrecha mentalidad de Hollywood. Aquí tendrían que construir todas las iglesias en forma de taquilla. ¿Puede ser que aquí nadie alcance a leer un maldito libro a lo largo de un año? Extraño París, papilein... allí sí que vuelan los libros...

¡Hola, Rudi...! ¿Me escuchas...? Te decía que me da pena Mercedes. Cuando la encontré tenía la cara muy blanca y delgada y parecía estar tan sola como yo y no muy bien de salud. Me sentí atraída y le llevé a su casa un ramo de nardos. Le dije que yo le prepararía platos maravillosos para que pronto estuviera sana y fuerte. ¡Y así fue papilein! En un par de días la de Acosta estuvo estupenda en su rehabilitación pos-Garbo, mis concentrados de carne y los huevos revueltos le devolvieron el color más rápido de lo imaginado. ¡Claro que la cosa no demoró en ponerse menos atractiva, ya te imaginas!

¿Estás atendiendo papilein? ¡Continúo con la de Acosta! Antes tengo que confesarte algo, pero jura mantenerlo entre nosotros dos, ni una palabra a nadie ¿de acuerdo? Me parece que la Garbo le ha trastornado un poco la cabeza y en los últimos días se ha estado excediendo con sus cartas. ¿Cómo qué cartas Rudi? ¡Espera un minuto que mando a María que las traiga! ¡Llegan a torrentes y cada vez son más increíbles! Acá están, escucha esta: "Maravillosa: Hoy hace una semana que tu hermosa y pícara mano abrió una rosa blanca. Anoche fue aun más maravilloso y cada vez que te veo es más maravilloso y excitante. Tú y tu exquisita cara de pensamiento blanco. Antes de acostarte, llámame para que pueda oír tu voz. Tú Rafael." ¿Cómo que quién es Rafael, Rudi? ¡Ella misma es Rafael, también a veces es "tu Príncipe Blanco" o "tú rendida española"!. ¡Y yo además de maravillosa a veces soy su "Áurea Criatura"! ¿No te parece un poco mucho papilein? ¡Pero ojalá fuese hasta allí la cosa! ¡No paran de llegar los gruesos sobres de pergamino con papales de cartas firmados por ella! ¡La verdad que los largos discursos ya no los leo por completo!.

¿Rudi, estás allí? Escucha esta otra carta y sabrás de lo que te hablo. ¿Puedes creer que exista alguien que ose escribirle algo a la Dietrich que no pare de decir "Greta esto, Greta lo otro"? ¡Verdaderamente a veces no comprendo si se dan cuenta de con quién están tratando!. Escucha esto y luego opinas tú: "Áurea Criatura: Tratar de explicar mis verdaderos sentimientos hacia Greta sería imposible, porque ni yo misma los comprendo. Lo que sé es que yo he construido en mi interior una persona que no existe. Mi mente ve a la verdadera persona, una criada sueca con un rostro tocado por Dios, interesada sólo en el dinero, la salud, el sexo, comer y dormir. No obstante, su rostro engaña a mi mente y mi espíritu la convierte en algo que lucha con mi cerebro. Yo la amo, sí, pero amo sólo a la persona que yo he creado y no al ser real. Cuando no estoy a tu lado, te deseo terriblemente a veces y, cuando estoy contigo, siempre. Sé que tu notas mi deseo porque te he visto advertirlo (...) Ya verás cómo supero este desvarío y entonces quizás vuelvas a quererme un poco. Pero si lo venzo, ¿a qué rezaré entonces? ¡Y qué convertirá esta vida gris en luz de estrellas! Adorada, te beso toda. Y beso tu espíritu al igual que tu hermoso cuerpo." ¿Puedes creerlo papilein, lo que ha escrito la de Acosta? ¡Está bien que lo de la Garbo ya lo sepa todo América, pero venir a escribírselo a la Dietrich! ¿¡Para qué papilein sino para espantarme!?. ¡Ya lo creo que desvaría y que lo hace por el efecto sueco, pero conmigo no ¿no te parece mi Rudi?!.

¡Como siempre Rudi, creo que me he excedido en mi romanticismo!. ¡Ya no sé cómo detener los pergaminos de la de Acosta, es la pobre María la que los anda recolectando del suelo! ¿María, qué cómo está ella? ¡Bien cariño, María está bien, aunque esta chica no para de crecer!. ¡Ya le he contratado un atleta mexicano para que la obligue a hacer un poco de gimnasia, tal vez así se le vaya esa excitación que manifiesta por los horribles hot-dogs americanos!

¿En qué ha terminado todo? ¡Pues hablando en serio, nada ha terminado aun! ¡Aterrada por mi indiferencia de los últimos días la de Acosta me ha hecho una propuesta! ¡Sí Rudi, una propuesta! ¡Me ha propuesto hacerse cargo de María, ser su nueva nannie! ¡Ya sé Rudi que ella lo hace para estar cerca mío, pero tal vez no sea mala idea cariño!

¡Se ha estado poniendo un poco pesada cariño! ¡Entiendo que desee enterrar su "amor-Metro" con la tierra de su "affaire-Paramount" pero ya basta, tú qué crees Rudi! ¡Te imaginas que no puedo andar soportando semejante asedio! ¡Días atrás discutió con Mr. Fred Perry por haberse quedado a dormir en casa, en mí casa Rudi, entiendes! ¿María? Creo que apenas la soporta, hasta me ha dicho que le tiene un poco de miedo cuando le agarra su depresión española. ¡Insisto Rudi, el virus sueco resulta ciertamente peligroso! ¡Todos aquí lo murmuran, no es ningún invento mío papilein!

¡Juro que no exagero cariño, ha llegado al límite sin que nadie se lo pidiese! ¡No me crees, espera a escuchar su última carta si no me crees! Espera que María la ha ido a buscar. ¡Escribirle eso a la Dietrich como si la Dietrich fuera incapaz de habérselas por sí sola! ¡Sí Rudi, es esto justamente lo que no tolero de la de Acosta, que nunca haya comprendido bien lo que significa Marlene Dietrich! ¿Te parece poca cosa papilein? Bien sabes que no cariño. ¡Aquí María me alcanza la última carta! ¡Escucha! "¡Llevaré a tu cama a quien tú quieras! ¡Y no porque te quiera poco sino porque te quiero tanto! ¡Hermosa!". ¿¡Me crees ahora Rudi!? ¡La Dietrich necesitando que alguien le acerque un cuerpo a su cama, podrá creerse papilein! ¿Sabes qué mi Rudi, sabes qué debería responderle para espantarla de una buena vez por todas y hasta para comprobar sus sentimientos? ¡Tráeme a la Garbo, Mercedes, a la Garbo si tanto me amas!. ¡Pero no Rudi, tú sabes que no es mi tipo ni mucho menos...!


[Relato impulsado gracias al libro Marlene Dietrich por su hija María Riva, Plaza & Janés, Barcelona, 1992]