[1/5]

"Creo que el cuento es el género literario que mejor se presta a la adaptación: todo lo que hay que hacer es desarrollar lo que el autor se ha callado; en la novela, en cambio, se plantea el problema de eliminar mucho de lo que el autor ha dicho". Rafael Azcona.

 

Película: Rashomon. (1950)
Dirección: Akira Kurosawa.
Guión: Kurosawa, Shinobu Hashimoto (Dodesukaden, Los siete samurais, etcétera)
Basada en dos cuentos de Ryunosuke Akutagawa: Rashomon (1915); En el bosque (entre el 1915 y 1919)

 

Kurosawa tiene una gran trayectoria adaptando textos literarios para sus películas. El Idiota, de Dostoievsky; Trono de Sangre y Ran, de Shakespeare; Los bajos fondos, de Gorki; Yojimbo, sobre Cosecha Roja, de Hammet; el Infierno del Odio, de Ed Mc Bain, etcétera. En todos los casos son películas que funcionan muy bien en términos dramáticos y narrativos, estructuralmente muy sólidas. Y en todos los casos también, sabe imprimir en el corazón de estos textos, su propia cosmovisión. Incluso en los casos en que esa cosmovisión se diferencie de la versión original. Es decir que, utilizando como punto de partida una obra literaria, Kurosawa siempre hace una obra propia.

El copete de Azcona puede verse con mucha claridad en Kurosawa. Basta ver su manera de encarar la trama de Cosecha Roja en Yojimbo (queda casi irreconocible de tan simplificada), y su honda lectura de los detalles sugeridos por Akutagawa en estos cuentos.

La película Rashomón basada en dos cuentos del japonés Rynosuke Akutagawa, utiliza como columna vertebral el cuento En el Bosque, y se vale del cuento Rashomón para contenerlo narrativamente, y para redireccionarlo en cuanto a cosmovisión, o, utilizando esa palabra que tan mal cae últimamente, mensaje.

Ambos cuentos (como el resto de la obra de Akutagawa), son oscuros, conflictivos, desgarradores, desesperanzados. Trabajan el hundirnos en la duda, el quitarnos los asideros más básicos (los conceptos de verdad, justicia, sentido). Quitárnoslos, no reemplazarlos por otros. Ninguno de los cuentos ofrece respuestas ni salidas. La película sí.

Veamos de qué manera se las arreglaron Kurosawa y su guionista, Hashimoto, para modificar ese rumbo, haciendo de paso una grandísima película.


Los cuentos (mínimas consideraciones)

En el bosque

En el Bosque es un cuento formalmente atípico (solo se me ocurre un antecedente de esa forma narrativa, "El anillo y el libro", de Robert Browning). Podríamos sintetizarlo así: A través de siete testimonios, el oficial del kebiishi tiene que intentar reconstruir las acciones y motivaciones de un hecho criminal: una mujer fue violada y su marido asesinado. Los testigos, ocasionales y protagónicos, aportan cada uno su información y su versión.

Ya desde el vamos nos topamos con varios ítems a tener en cuenta:

- Hay un crimen y una investigación. Por lo tanto podríamos pensar el texto como un cuento policial.

- El personaje que oficiaría de detective no tiene voz. Los testigos desfilan ante él, y hasta responden a hipotéticas preguntas suyas, pero a él no lo escuchamos nunca.

- De esta manera, tampoco escuchamos su dictamen. Por lo tanto, nadie nos aclara quién dice la verdad y quien miente. Así que nos alejamos del género policial.

- Este dispositivo narrativo genera un efecto inevitable: el lector es el juez. Entonces no pretenda que una tercera persona desmadeje el ovillo. Saque cada uno la conclución que quiera, o pueda. O piense, si no, en lo imposible del sacar conclusiones del relato ajeno, de encerrarlas en esa fórmula llamada "la verdad".

- Hay dos relatos funcionando, por momentos en paralelo y por momentos confluyendo: el del hecho criminal, y el de la sucesión de los siete testimonios.

Los cuatro primeros testimoniantes son testigos circunstanciales. No presenciaron el hecho. Uno descubrió el cadáver, otro vio a la pareja internándose en el bosque, otro atrapó al asesino y la cuarta, madre de la muchacha, los vio partir de su casa.