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Akira Kurosawa es sin lugar a dudas el director japonés más famoso en occidente, y muy probablemente uno de los más polémicos; durante el desarrollo de su carrera, críticos y productores llegaron unas veces a ponerle en un altar y otras a despreciarlo; tanto es asi que incluso estuvo cerca del suicidio, por culpa de las reiterativas trabas y problemas de producción de sus películas durante cierta etapa de su vida. El público, tanto el de su país como el del resto del mundo, también ha oscilado entre la adoración y el vacío, muy a menudo sin comprender las intenciones de sus siempre complejas películas. Han acusado a su cine de ser demasiado occidental, violento, machista, autocomplaciente, reaccionario, sensiblero... Kurosawa incluso llegó a ser un extraño en su propio país. En nuestros días, pudiendo observar su obra con la distancia del tiempo, la mayoria de estas críticas coyunturales pierden todo sentido y deben rendirse ante el talento visual y la conciencia humana de un creador fundamental para la historia del cine. Directores como John Sturges, Sam Peckinpah, John Boorman, Steven Spielberg, Sergio Leone, Francis F. Coppola o George Lucas le reconocieron como un maestro inspirador de sus propios estilos.

Kurosawa murió el 6 de septiembre de 1998 en Setagaya, Tokyo. Sus colaboradores le llamaban ya desde hacía tiempo "sensei" (maestro), pero en sus últimos años llegó a ser llamado "Tenno" (Emperador). El día de su funeral decenas de admiradores se agolparon bajo la lluvia de Tokio para rendirle tributo. "Un homenaje tardío de un país que no supo reconocerlo", rezaba el titular de Le Monde de aquel día.

Había nacido en Omori, Tokio, 88 años antes, el 23 marzo de 1910.

Su padre, Isamu, antiguo militar en la Academia Imperial de Toyama, era profesor de deportes y artes marciales. Su familia era descendiente directa de samurais cuyos oígenes se remontaban al siglo XI; esta célebre casta guerrera había empezado su camino hacia la extinción con la caida del shogunato en 1868: En ese momento da comienzo la era Meiji, que duraría hasta 1912, y que se caracterizó por su apertura de fronteras hacia occidente. Posteriormente, la figura del samurai seria fundamental en la obra cinematográfica de Kurosawa: desde el terrible guerrero que solo vive de ambición y orgullo hasta el más noble e incorruptible de los vasallos, pasando por ronin mercenarios y campesinos que quieren ser samurais, Kurosawa estudió todas las posibles combinaciones y caracteres de estos legendarios luchadores.

Su madre, Shima, provenía de una familia de comerciantes de Osaka; según el propio Kurosawa, era una típica mujer de la era Meiji, abnegada y obediente y dispuesta a sacrificarse por el bien de los suyos. Akira era el menor de siete hermanos.

Desde muy joven, Kurosawa sintió predilección por las artes plásticas; era muy tímido y sensible, y, aunque era un buen luchador de kendo, se le daban muy mal los demás deportes. Por estas razones sentía su estancia en la escuela como una prisión, pero su profesor de arte, Seiji Tachikawa, le animó para que diera rienda suelta a su capacidad como dibujante; también le animaba su compañero de clase Keinosuke Uekusa, posterior colaborador de Kurosawa. Esta era la via de escape del joven Akira frente a la rigidez de su padre.

Tras finalizar sus estudios secundarios en la Escuela superior de Kyoka, se matriculó en una escuela de Bellas Artes de Tokio, su ciudad natal, la academia Dushuka; allí tomó parte en cursos de pintura clásica y contemporánea, y con el tiempo llegó a ser un pintor reconocido en ciertos ambientes. Desde este momento comenzó a tomar elementos plásticos del teatro Nô y los mezcló con las concepciones pictóricas de alguno de sus más admirados pintores, en especial Vincent Van Gogh. Kurosawa consideraba el Nô como la máxima expresión escénica de Japón en detrimento del kabuki, surgido con posterioridad como una parodia popular del Nô. Posteriormente abandonaria la escuela para dedicarse a una formación más libre y menos encorsetada.