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"Aún un paisaje tranquilo, aún el vuelo de los cuervos, una cosecha, un verdeo. Aún una ruta por donde transitan autos, transeúntes, parejas. Aún un paisaje de vacaciones con un campanario y una feria pueden transformarse en un campo de concentración. Auschwitz, Foreningburg, Belsen, Ravensbruck, Dachau, fueron nombres sin importancia sobre un mapa marcado. Los sonidos acallados y las voces enmudecidas. Los establecimientos son visitados por las cámaras de filmación. Una hierba extraña ha crecido y ha recubierto la tierra pisada por los prisioneros. La corriente ya no pasa por los hilos eléctricos; no se escuchan más pasos.

"1933. La maquinaria se pone en marcha. Es necesaria una Nación sin errores. Sin huelgas, se ponen a trabajar. Un campo de concentración se construye como un estadio o un gran hotel, con inversores, competencia, sin lugar a dudas un gran negocio. No tienen un estilo preconcebido, quedan librados a la imaginación: estilo alpino, estilo japonés, estilo garaje, sin estilo. Los arquitectos inventan diferentes ingresos destinados a ser cruzados sólo una vez. Mientras tanto, Berger, obrero alemán; Stern, estudiante judío de Ámsterdam; Schmursky, comerciante de Cracovia; Annette, estudiante secundaria de Bordeaux, transcurren su vida normalmente, sin saber que, a mil kilómetros de su lugar de residencia, ya tienen un lugar asignado. Y llega el día en que sus moradas ya están terminadas y faltan nada más que ellos. Arrastrados de Varsovia, deportados de Lobtsch, Praga, Bruselas, Odessa, Zagreb o Roma. Internados de Pitivie, arreados de Belgier, partisanos de Compieu. La muchedumbre arrastrada en el lugar por error, al azar, se pone en marcha hacia los campos. Trenes repletos, atestados de deportados. De a cientos por vagón. Ni día ni noche, sed o hambre. La asfixia, la locura. De vez en cuando, pasan algún mensaje. La muerte es la primera elección. De inmediato se pasa a la noche y a la niebla.

"Hoy en día, sobre estas mismas vías, hay sol y día. Las recorremos en busca de un tendal de Cadáveres que escapaban de los trenes o de los primeros caídos por los golpes y los maltratos en las puertas de los campos, entre los ladridos de los perros, los reflectores y el fogonazo del crematorio; escenas nocturnas tan gratas a los nazis.

"Prime vistazo al campo. Es estar en otro planeta. So pretexto de higiene, la desnudez del hombre es el primer signo de humillación. Rapado, tatuado, numerado, sometido a una jerarquía todavía incomprensible. Vestido con un uniforme azul rayado. Rotulado, a veces, bajo la sigla Nacht und Nebel, Noche y Niebla. Marcados con el triángulo rojo, los deportados políticos tienen que enfrentarse primero al triángulo verde que significa 'jefe de los desdichados'. Por encima del jefe, se mantienen los derechos comunes a todos. A continuación, los SS que son los intocables. Omnipotentes, por encima de los demás. En la cima, el jefe que preside el ritual y otorga un aire ceremonial al campo. Ignorando lo que, por otra parte, no ignora. Esta realidad de los campos es repudiada por aquellos que los construyen, insoportable para quienes la sufren. Parte de la historia que iremos develando. Estas barracas de madera. Las cuchetas donde se dormía de a tres. Estos escondites donde se comía a hurtadillas, donde inclusive el sueño era una amenaza. Ninguna imagen, ningún sonido pueden devolver su dimensión real: la del terror ininterrumpido. La lucha era por sobrevivir, por una frazada, por un mendrugo de pan. Los soplones, las acusaciones. Órdenes que pasaban de boca en boca, transmitidas en todos los idiomas. Las irrupciones inesperadas de los SS cuando hacían inspecciones. De estas cárceles de ladrillos, de este sueño terrorífico, lo único que les podemos mostrar son los acontecimientos y su curso.

"Aquí tienen los edificios, edificios enormes que podrían ser establos, ateliers, separados por un terreno plano. Con un cielo de otoño he aquí lo que nos queda para poder imaginar esa noche, seccionada por los llamados, con control de piojos; una noche para hacer batir las mandíbulas. Hay que dormir rápido, con sobresaltos, buscando las pertenencias que les son robadas. A las cinco de la madrugada hay que formarse en el patio, Es necesario contar y ver cuáles fueron los muertos que hubo durante la noche. Una orquesta judía con música de opereta toca la marcha para encaminarse hacia las usinas. Trabajos en la nieve, que pronto se transforma en lodo helado. Trabajos al rayo del sol, que terminan en sed y disentería. Tres mil españoles murieron en la construcción de esta escalinata. Trabajos subterráneos; de a poco se introducen, se esconden y matan. Y les ponen nombre de mujer a sus obras: Dora, Lora, etc. Pero esos extraños trabajadores de menos de treinta kilos ya conocen la verdad. Los SS los hostigan, los vigilan, los hacen agrupar y los controlan antes de regresar a los campos. Los carteles de estilo rústico marcan hacia donde debe dirigirse cada uno. El jefe sólo tiene que contar cuáles fueron sus víctimas del día. Los deportados ven como sus vidas y sus sueños terminan en una comida; cada cucharada tiene un valor incalculable. Una cucharada de menos es un día menos de vida. Se truecan dos o tres cigarrillos por una sopa. Los más débiles no pueden defender su ración de las embestidas y los ladrones. Para ellos sólo quedan la nieve, el lodo, los rezos. Todo agoniza y cada uno lleva consigo la propia agonía. Las letrinas los absorben. Esqueletos con vientres de bebé van siete u ocho veces por noche, la sopa es diurética. Desgraciado aquél que se topaba con un jefe a la luz de la luna. Se observaban con temor. Deponer con sangre era un aviso de muerte. Clandestinamente ellos caminaban, se visitaban, comerciaban, se transmitían las noticias verdaderas y falsas. se organizaban los grupos de resistencia.

"Iba formándose una sociedad, esculpida en el terror, aunque menos enloquecedora que la de los SS, cuyos preceptos indicaban que la propiedad era la salud y el trabajo era la libertad, a cada cual lo suyo. Un pordiosero era un muerto, pero un SS no. Cada uno se reservaba una sorpresa: una orquesta sinfónica, un zoológico, viveros donde cuidaban plantas delicadas. El campo se construyó alrededor de este roble, sin tirarlo abajo. Un orfanato efímero que era constantemente renovado, un campamento de inválidos. Entonces, el mundo verdadero y apacible aparece no tan lejos...