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Aproximaciones al llamado "nuevo cine argentino"

 

"Trabajemos, porque trabajar es menos aburrido que divertirse"

Charles Baudelaire

"(...) no existe más belleza ni más consuelo que en la mirada que se dirige hacia lo gris, lo soporta, se detiene allí, y adivina, en la desapaciguada conciencia de la negación, la posibilidad de lo bueno."

Theodor W. Adorno

"Pero si toda la importancia de la poesía de Cavafis reside en la singularidad de su tono de voz, la crítica no tiene nada que decir acerca de ella, ya que la crítica sólo puede obrar por comparaciones."

W.H.Auden

 

I

En La ciénaga, primer largometraje de Lucrecia Martel, la adolescente Momi cuenta esta historia: "Parece que la prima iba caminando por la calle y se encontró con un perro medio chicón y lampiño, ¿no? Y como le pareció que estaba abandonado se lo llevó a su casa, lo metió en su patio con sus gatas y le dio algo de comer. A la mañana siguiente, cuando le va a dar de comer algo de nuevo, ve que el perro está todo ensangrentado y los gatos no están por ningún lado. Lo agarra al perro, lo baña, lo seca y se lo lleva al veterinario que quedaba a la vuelta de la casa. Le dice al veterinario: 'mire doctor, yo no sé que hacer con este perrito porque parece que se me ha comido todos los gatos'. 'A ver señora, acuéstelo en la camilla'. El veterinario se da vuelta, agarra un hacha que tenía colgada en la pared, lo parte al perro en el medio. La señora se acerca y ve que tiene una cantidad increíble de dientes, como dos filas de dientes. El veterinario le dice: 'no es un perro, señora, es una rata africana' ".

Esta anécdota, oída por la realizadora salteña en su provincia, nos puede ser útil para caracterizar a ese fenómeno bizarro -en sus dos acepciones: heroico, en castellano y extraño, proveniente de la lengua francesa- que se ha dado en llamar "Nuevo Cine Argentino", "Cine Independiente Argentino" y hasta "Cine joven argentino", denominaciones intercambiables entre sí, cada una de las cuales estaría designando algún aspecto: su novedad con relación a la producción anterior; su independencia respecto a los parámetros de la industria cinematográfica argentina y la edad de sus autores. (1)

En España, por citar un ejemplo, muchos han tomado a la rata por un perro ayudados, se entiende, por las estrategias publicitarias puestas en juego. El hijo de la novia, Kamchatka o Historias mínimas nada tienen que ver con él: las dos primeras fueron realizadas a la manera de la industria tradicional, cuya existencia parece hundirse en un final oscuro y silencioso, y la última es el tercer largometraje de un cineasta, y publicista, de 59 años que realizó su primer largometraje en 1986. Tampoco Nueve reinas puede ser incluida dentro de él, pese a su condición de opera prima no deja de ser un intento, frustrado, de obtener una cierta solidez convencional, la que puede exhibir un mecanismo de relojería, en el que puede advertirse como se van pasando las páginas de un "guión de hierro" que, como corresponde, acabó siendo comprado por Hollywood.

Pero, entonces, ¿qué es esta rata, ciertamente de cuidado, reconocida fuera de su país ya en el año 2000, entre muchos otros, por el prestigioso Serge Toubiana en las páginas de Cahiers...?. Podríamos decir, sin pretender agotar la respuesta, que es el resultado del inevitable recambio generacional producido en un momento en que los directores que estaban en la cresta de la ola cuando el retorno a la democracia -fines de 1983, 1984-, llámense Adolfo Aristarain o Fernando Solanas o Héctor Olivera, entre otros, se encuentran, estéticamente, en un callejón sin salida como lo exhiben pródigamente sus últimos trabajos. Pero este recambio, y esto no debe obviarse, se produjo, se sigue produciendo, en un país moribundo y en disolución, donde la miseria -económica pero también ética- aparece a todo momento en cualquier esquina. Relación que, naturalmente, da lugar a un "cine pobre", económicamente, si se lo mira desde los parámetros de la industria, lo que explicó Martín Rejtman, un cineasta esencial a la hora de pensar el recambio, cuando dijo -a Radar, suplemento del diario Página 12, en una nota publicada el 18 de agosto de 2002-: "Las películas del Nuevo Cine Argentino tienen ambiciones artísticas mientras que las del cine argentino tradicional eran meramente pretenciosas. Si tuviera que detectar un rasgo común diría que es lo crudo: estas películas se caracterizan por su falta de artificio y ampulosidad. Es un cine que se corresponde con su realidad económica, lo que no quiere decir que sea un cine pobre estéticamente. Estas películas no piden a gritos una grúa o diez mil luces." Relación, entre la inestabilidad económica y formas distintas en los códigos de representación de las películas, que reconoce precedentes ilustres en la historia del cine: como ocurrió con los primeros años del Soviet y la vanguardia o con las consecuencias del crack de Wall Street y ciertas películas estadounidenses de principios de los '30.

 

(1) Como es dable presumir, la palabra "jóvenes" designa un amplio abanico de edades y más de una generación, cuyos límites podrían fijarse entre los 23 años de Luis Ortega y los 42 de Martín Rejtman y Gustavo Fontán, en el momento de la escritura de esta nota.