Aparte de la relación crítica, establezco en primer lugar una relación muy sentimental con los filmes que realizo. Eso puedo oscurecer el juicio. Puedo decirle que el filme que prefiero es Ucellacci e Uccellini. Creo haberlo hecho con el máximo de pureza, ¡una pureza enteramente franciscana! Además no ha rendido nada, puedo decir incluso que en él he perdido dinero. Es un filme bastante pobre que no ha costado gran cosa. Me emociona mucho. Como ve, le propongo un juicio muy sentimental

(De Duflot Jean: Entretiens avec Pier Paolo Pasolini. París, Pierre Belfont, 1970. Hay traducción castellana de Joaquín Jordá para Barcelona, Anagrama, 1971 con el título de Conversaciones con Pier Paolo Pasolini)

¿Dónde vas por las calles de Roma
en el trolebús o tranvía donde la gente
ya vuelve? ¿De prisa, obsesivo, como
si te esperase el paciente trabajo
del que a esta hora los otros regresan?
Nada más cenar, cuando el viento sabe
de entrañables miserias familiares
dispersas en mil cocinas,
en largas calles iluminadas,
sobre las que, más claras, acechan las estrellas.
En el barrio burgués reina la paz
de la que cada uno se siente interiormente satisfecho,
no sin vileza, y de la que querría
llena cada noche de su vida.
Ay, ser distinto -en un mundo que, sin embargo,
es culpable- significa no ser inocente...
Vas, bajas por los oscuros recodos
del paseo que lleva al Trastevere:
Ahí, detenida y revuelta, como
desenterrada de un fango de otras épocas
-para hacerse gozar de quien aún pueda
arrebatar un día a la muerte y al dolor-
ahí está, toda Roma a tus pies...

(Poema incluido en La religione del mío tempo, Milán, Garzanti, 1961. Hay edición en castellano traducida por Olvido García Valdés: La religión de mi tiempo, Barcelona, Icaria, 1998)

¡Oh, yo jovencito! (1)

¡Oh, yo, jovencito. Nazco
en el olor que la lluvia
suspira desde los prados
de hierba viva... Nazco
en el espejo de los charcos.

En ese espejo Casarsa
-como los prados de rocío-
tiembla de tiempo antiguo.
Allá abajo vivo de piedad
lejano muchachito pecador,

con una risa desconsolada.
¡Oh, yo jovencito!, serena
la tarde tiñe de sombra
los viejos muros, en el cielo
la luz enceguece.

(De La meglio giuventu, colección de poemas escritos en friulano entre 1941 y 1953, que vieron la luz en forma de libro en 1955. La versión que elegimos está tomada de Antología poética. La mejor juventud, Buenos Aires, La Marca, 1996. La traducción es de la poeta Delfina Muschietti)

¡Oh, yo jovencito! (2)

Yo quería ser mi madre
que me amaba, pero
no quería amarme a mí mismo.
Y entonces fingía ser
un joven pobre.

No podía convencerme
de que también en un burgués
hubiera algo para amar:
aquello que amaba mi madre
en mí, puro y despreciado.

Nada ha cambiado
me veo todavía pobre
y joven, y amo sólo a aquellos
como yo. Los burgueses
tienen un cuerpo maldito.

(En 1975, el año de su asesinato, Pasolini publica La nuova giuventu, donde rescribe nuevamente en friulano, a veces íntegramente como en este caso, los poemas de La meglio giuventu, volviendo a poner en circulación asimismo los antiguos. La versión que elegimos está tomada de Antología poética. La mejor juventud, Buenos Aires, La Marca, 1996. La traducción es de la poeta Delfina Muschietti)