Mihail Bulgákov lleva diez años viendo como sus obras son continuamente vapuleadas y rechazadas en la URSS cuando decide escribir a Stalin pidiéndole que haga algo, que le deje marchar al extranjero, cualquier cosa que ponga fín al infierno personal en el que vive y en el que se ve abocado a la muerte. En 1930, escribe: "para mí, el no poder escribir es lo mismo que ser enterrado vivo", en una carta terrible, que en la que recorre su vida literaria, sus persecuciones, su desolación. Nunca obtendrá ese permiso y morirá diez años más tarde, no sin haber escrito antes su obra maestra y que mucho tiene que ver con su situación: El maestro y Margarita. Evgeni Zamiatin, abocado a la misma desgracia, en un papel de "diablo", como él mismo reconoce y asume, tiene más suerte, y su única carta le permitirá abandonar la Unión Soviética. Destinos que se cruzan bajo la sombra demasiado grande de Stalin...