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Cualquier cosa les sirve de parche para no ver su miseria, hacen como si no pasara nada, como si cagarse de angustia fuera lo que se merecen y la posibilidad de un cambio estuviera en barrer la vereda y regar las plantas.

Mira a su mujer y trata de darse cuenta qué es lo que lo llevó a hacerle tantos hijos. Está gorda, con los pelos revueltos y mal teñidos.

Limpia la mesa con un trapito que tuvo metido desde ayer en lavandina. Las manos ajadas, duras como ella.

- ¿Por qué no te das una vuelta por lo de Don Julio? En una de esas tiene alguna changa....

Para ella todo es darse una vueltita, cree que se puede conseguir trabajo solo por ganas de trabajar.

No es que yo me alegre de la desgracia ajena, pero la verdad es que por suerte la Liliana sigue en la cama y no puede ir a plancharle a Doña Norma, así sigo yo. Mal que mal son unos mangos. Le tenemos que comprar zapatillas aunque sea a dos de los chicos, que se pasan el invierno con los mocos colgando.

Mientras habla riega las plantas, les saca las hojas marchitas, las cambia de lugar para que el sol de la mañana las ayude a florecer.

- Tanto joder con las plantas, no tenemos qué comer y vos seguís poniendo plantas como si fuera un jardín de un barrio residencial. Para comprar esas porquerías siempre tenés un mango guardado.

- No compro nada porque son todas de gajo. Ayer me afané un cogollito de geranio rosado y lo planté en un tarro de leche que encontré tirado, así que mejor cállate y andá a ver si conseguís algo, porque no hay leche.

Conseguir algo, para ella nada parece imposible, todo puede pasar mañana mismo, sacarse la lotería, conseguir trabajo, para ella cualquier posibilidad es realmente posible. Con cada planta, con cada escobazo a la vereda de tierra le brota una esperanza. Pero no la esperanza de salir de allí para siempre, de hacerse milagrosamente ricos, de tener auto y hacer pedidos en el supermercado.

Su esperanza es chica, de corto plazo y de corto alcance. Pasar el día tranquila, sin hambre y sin peleas, que ningún hijo le caiga preso y ninguna hija se le quede embarazada.

Crear, criar. Hijos, plantas, perros, algún día cuidar nietos. Ahí, en su casa de maderas y nylon, con más madera y menos nylon. Con más agua y menos frío. Sin visitas de candidatos ni asistentes.

Solo espera tener macetas en lugar de tarros, estufa en lugar de brasero, escuela, en lugar de comedor comunitario.

Solo espera dignidad, algo de respeto y la carroza.