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GRITOS Y SUSURROS

 

"Gritos y susurros" es un enigma. Da la sensación de ser la obra maestra de Bergman menos considerada. Se habla de "Fresas salvajes", se habla de "El séptimo sello", se habla de "Persona", "Fanny y Alexander", "Sonata de otoño", se hablan de muchas obras maestras de Bergman. A unos les gusta unas, a otros otras.

"Gritos y susurros" película inalcanzable. Se escapa. Se termina escurriendo entre los dedos. Si se le quiere dar una explicación hay que recurrir a esa idea que ya había que tener en cuenta en "Persona". La ausencia de distinción entre sueño y realidad. Aquí Bergman veremos que llegará, si es que es posible, más lejos que en "Persona", porque el planteamiento es más agudo, aunque un poco menos ambiguo, pero no por ello deja de tener ese tono onírico que hace que nos surjan dudas acerca de lo que estamos viendo.

El rojo de "Gritos y susurros". El color que preside toda la película. Desde la secuencia en la que aparecen los títulos de crédito al principio, sobre un fondo de ese color, pasando por esos fundidos en rojo asombrosos, inexplicables, enigmáticos y haciendo un recorrido por toda la película, donde las paredes, las colchas, las mantas de las camas, los vestidos, los suelos, las cortinas, los sillones, el tapizado de las sillas... todo es rojo, todo está presidido por un color rojo como hiriente, angustioso, lleno de dolor. Un color rojo que en el fondo son esas ganas de aferrarse a la vida de la hermana enferma. Viene a simbolizar la resistencia que opone a morirse. El rojo es la oposición de la hermana moribunda a dejar el mundo. Es la resistencia a dejar de vivir.

"Gritos y susurros" habla de la muerte, del dolor antes de morir, del sufrimiento. Gritos y Susurros angustiosa. Terrible, oscura, cerrada. Los primeros planos de la hermana enferma, que no son primeros planos, sino primerísimos planos, planos llenos por el rostro de Harriet Andersson, maquillado de forma extraordinaria, inundado de una palidez enfermiza. Rostro lleno de expresiones de dolor que, de tan angustiosas que son, llegan a dolernos a nosotros también. Es irremediable no sentir la agonía que padece esa mujer a través de esas expresiones.

Las mujeres de Bergman. De nuevo protagonistas. A partir de ellas nace la película. Aquí una clave es el pasado de las tres hermanas, presentado en un flaskback. Ese pasado que en este caso encierra y guarda el secreto de la relación distante, lejana y fría entre esas dos hermanas.

"Gritos y susurros" avanza y según lo hace, Bergman se expresa a través de primeros planos, que le dan ese aire asfixiante. Irrespirable. La ahoga. Cierra el círculo de relaciones y situaciones de un modo agobiante dentro de la casa. Observamos a esos personajes encerrados y descubrimos a la vez esa capacidad de sugerir de Bergman, esos gestos, esas caricias, esos silencios, esa mirada cortante de Ingrid Thulin.