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Hay un detalle que deja caer Bergman en un monólogo que hace Alma antes de acostarse y que después adquirirá su sentido a través del personaje de Vogler. Bergman conoce muy bien a las mujeres. Y Alma empieza como a predecir un futuro que acaso ya parece estar escrito para ella de modo que piensa que se va a quedar embarazada. Sabe que tendrá un hijo y que ella será la que se encargará de cuidarlo y de criarlo. Es decir, está poniendo de manifiesto ese instinto maternal que da por sentado, ya de antemano, que poseen todas las mujeres. Este detalle supondrá un giro radical más adelante.

Ya en la playa, Vogler no habla y Alma, por el contrario, no deja de hacerlo. Es como si el silencio de ella le empujara a contarle todo. Le incita a no dejar de hablar, como si un silencio fuese mucha distancia entre las dos y necesitase acercarse. Sabe que ella escucha todo lo que dice. No hay réplica... pero la escucha y eso es suficiente. Bergman conoce muy bien el comportamiento humano. Esto lleva a Alma a contar a Vogler hasta los secretos más íntimos que posee.

Hasta aquí hemos asistido al planteamiento de la película, sencillo y claro. Vemos como todo el peso interpretativo recae sobre Alma. Después empiezan a suceder cosas extraordinarias. Alma agotada, continúa sin dejar de hablar. Es tarde y están a punto de irse a la cama. Se encuentran sentadas en la mesa. Alma cae rendida y apoya la cara sobre la mesa. Podemos oír como Vogler le dice que se acueste. Sorprendida, Alma levanta la cabeza. La mira. Asiente y se van. ¿Qué ha ocurrido ahí? Hemos oído como Vogler le ha dicho algo. A la mañana siguiente le pregunta si le llegó a decir algo, pero Vogler lo niega. ¿Fue un sueño? Es algo que no queda claro. Bergman por otro lado, en el planteamiento de la escena lo que hace es encuadrar de espaldas a Vogler. De este modo nosotros mismos no podemos asegurar que haya dicho algo, porque no la hemos visto. Este es el primer hecho que empieza a desencadenar el drama. El segundo, el que sucede en la habitación mientras duermen esa misma noche. Asistimos a una especie de sueño, a una escena totalmente onírica. La fotografía de Nykvist adquiere dimensiones fascinantes. Alma duerme. De repente llega Vogler y entra en su habitación. La luz entra por las dos puertas que hay abiertas a ambos lados de la habitación que vemos frente a nosotros. La escena está presidida como por una especie de niebla, que acentúa la sensación de sueño que reinante. Vogler también niega que entró en su habitación a la mañana siguiente. A continuación, la película se rompe, se resquebraja. Vogler escribe una carta a la enfermera jefe. Alma se la va a enviar y, de camino, al ver que el sobre está abierto la lee. Cuando ve todo lo que ha escrito sobre ella, Alma se siente defraudada y sobre todo traicionada. Le ha contado sus secretos más íntimos y Vogler no ha sabido valorar eso, y no solo esto, sino que encima en un fragmento considera que es divertido estudiar su comportamiento.

Parece que por el hecho de que Alma no deja de hablar y Vogler escucha, estas se van fundiendo en una sola persona, es como si sus almas se fuesen fusionando, como si Vogler la fuese absorbiendo a través de todo aquello que le va contando, aunque en el fondo sean muy distintas la una de la otra, como podremos comprobar después. La idea de la fusión que van sufriendo ambas queda constatada en ese plano en el que terminan fusionándose los dos rostros, mitad de Vogler, mitad de Alma. Además, el inicio de la película, cuando vemos esos dos rostros que se confunden el uno con el otro, mientras ese chico intenta tocarlos, de alguna manera, nos empieza a poner al tanto de esta idea.